Se adelantó con gol de Poveda, pero la roja a Jairo dio alas al Zaragoza. Lizoain sostuvo a los albinegros y Fontán, inesperadamente, hizo el 1-2 en el 89'. Los de Calero siguen invictos en 2024 y se alejan del descenso
"Esto es una cascada de cosas positivas. Y las cosas positivas llaman a las cosas positivas". Así explicaba Julián Calero tras el partido cómo el FC Cartagena fue capaz, abonado a la épica, de ganar en La Romareda. Contra las cuerdas, con un jugador menos por la expulsión de Jairo y remendando el equipo con sustituciones según se iban dando las circunstancias, el cuadro albinegro era capaz de vencer 1-2 al Real Zaragoza. Tirando de orden, de efectividad y de la inspiración de Raúl Lizoain. Que si bien pudo hacer algo más en el empate maño, antes había sostenido al Cartagena con varios paradones. El conjunto de Calero sigue invicto en 2024 y será el mejor conjunto de la categoría en las últimas once jornadas, pase lo que pase, y podría incluso marcharse tres puntos por encima del descenso.
El Zaragoza apretó los primeros minutos, pero el Cartagena se plantó bien. Y en una acción aislada Iván Calero (esta vez como extremo) puso un balón con la zurda a la cabeza de Darío Poveda. Segunda titularidad consecutiva y nuevo gol. El Cartagena se sentía cómodo hasta que llegaron los problemas. Primero la lesión de hombro de Alarcón, al que suplió Jony Álamo (y que más tarde saldría del campo por exigencias tácticas tras la expulsión de Jairo). Porque el extremo agredió a un rival en carrera antes del descanso y eso lastró a los de Calero. Tocaba resistir. Y vaya si lo hizo. Tras el descanso el Zaragoza se volcó sobre el marco de Raúl Lizoain y éste respondió con grandes paradas a remates a bocajarro de Mollejo y Maikel Mesa. Ortuño tuvo la sentencia en la punta de la bota, pero su remate salió fuera por poco. En un córner, Lizoain era estorbado en el salto para despejar un balón (según el árbitro insuficiente para falta) y Francés cazó el balón suelto para el empate. Quedaban 20 minutos y el Cartagena achicaba agua sin parar.
Cuando el empate se daba por bueno, se obró el milagro. Primero lo tuvo en una contra Arnau Ortiz, al que Edgar Badía le sacó un mano a mano, y en el 89' apareció Fontán para cazar un balón en el área y enviarla con fe a la escuadra. Parecía imposible, pero el gato panza arriba que era el Cartagena ahora sacaba sus garras y ponía el 1-2 cuando más sufría. Victoria albinegra para seguir creyendo. Se acaban los calificativos para un equipo que a mitad de enero estaba sepultado y que un mes después incluso pone tierra de por medio con el descenso.