El equipo albinegro superó por 1-0 al Huesca y se coloca a cinco puntos de la zona de salvación.
GREGORIO LEÓN
En mitad del dolor punzante que te asalta en la oscuridad de la noche, una pastilla analgésica. El Cartagena se subleva ante su destino, como lo hizo el curso pasado. Si el equipo de Julián Calero cambió la trama en Villarreal para firmar un milagro inaudito, el de Jandro Castro ha elegido el 17 de noviembre para girar los acontecimientos y para alejar el pesimismo que empezaba a apresar a los aficionados. Un sector minoritario (no más de doscientos aficionados) pidió la dimisión de la junta directiva en una concentración autorizada por la Delegación del Gobierno. Pero esta victoria apaga el incendio. Francisco Belmonte tiene contestación. Pero menos de la que expresan las redes sociales. Los albinegros quedan a cinco puntos de la salvación después del 1-0 ante el Huesca.
El Cartagena aguantó los primeros minutos. Parecía que el rival se apropiaba de la pelota. Que iba a gobernar el partido. Pero fue una impresión desmentida enseguida por los hechos. A los trece minutos Escriche asistió a Gastón Valles, que con sentido de anticipación, la enchufó.
Lejos de refugiarse en su campo, el Cartagena fue propositivo también en la segunda mitad. Y Cedric apuntó, amenazante. Su balón se fue a la madera. Con buenas circulaciones, juntando líneas y conciencia colectiva, el equipo de Jandro se recreó. Pero no quedó libre de sobresaltos. Un remate a bocajarro de Sergi Enrich obligó a Pablo Campos a hacer la parada de la tarde, para que luego el balón lo devolviera la madera.
6.020 espectadores vieron el partido en el Cartagonova. Primera victoria en su estadio de la temporada, proyectando un fútbol esperanzador, muy estimulante. El Cartagena tiene vida. Mucha vida.