El equipo cartagenero conquistará su primera liga si gana este viernes a ElPozo, en el tercer partido de la final de Liga.
GREGORIO LEÓN
Un halo de invulnerabilidad le rodea. Es un pistolero al que las balas le pasan silbando, rozándole, sin jamás alcanzarle. Da igual el rival, el contexto o el relato del partido. El Jimbee está atravesado de inmortalidad desde que empezaron los 'play offs' que determinarán el campeón de Liga. El Inter venia enrachado, con el 1-8 reciente en la memoria. Dio igual. Rendido en dos partidos. El Barcelona, constelado de estrellas, con bajas pero aun así, con varios jugadores de primera línea útiles, también claudicó. En dos partidos. Y ElPozo también ha recibido el mismo veneno. Dos picaduras mortales. Jimbee va camino de conquistar su primera liga luego de derrotar a tres colosos del fútbol sala, aquellos que se han repartido los títulos las dos últimas décadas. El equipo de Duda, restaurado ahora como mejor entrenador del mundo, está a un paso del baño de confeti.
ElPozo luchará contra Jimbee. Y contra la historia. Nunca nadie ha sido capaz de remontar un 2-0 adverso en todas las finales precedentes. Quien lo tuvo más cerca fue el Barcelona, que en el ejercicio 2017/18, tras perder los dos partidos iniciales ante el Inter, ganó los dos siguientes en el Palau y forzó el quinto en Torrejón de Ardoz. Pero ahí acabó muriendo, en la tanda de penaltis. Sergio Lozano falló el decisivo.
El equipo murciano no quiere sacar bandera blanca de rendición. Tiene los problemas identificados. En el primer partido falló en un área; en el segundo, en la dos. ElPozo, que se había mostrado singularmente prolífico en la liga regular, con 117 goles, se ha quedado casi seco en la final, con solo dos dianas, ambas firmadas por Bruno Taffy. La inconcreción goleadora explica, en un primer análisis, el curso de la final. Y eso no solo responde a falta de puntería, con Gadeia como principal exponente, sino también al rigor táctico del Jimbee, que ha dedicado miles de horas a crear unas baterías antiaéreas que le ponen a refugio de cualquier daño. Más allá del juego creativo de Lucao, siempre indescifrable, de los obuses de Motta o de los bailes de Mellado con la pelota en los pies, el éxito del Jimbee en el 'play off' se explica por un funcionamiento defensivo global impecable.
