Desde el club consideran que una reclamación ante la Federación Española por injustas decisiones arbitrales no tendría efecto alguno.
GREGORIO LEÓN
La derrota del Real Murcia en el Alfonso Murube es imputable a una concatenación de hechos. Todo lo que podía salir mal, salió. La tostada siempre cayó del lado de la mantequilla. Pedro Benito, otras veces certero, tuvo el 0-1 en el despertar del partido. Pero mandó la pelota arriba. Acto seguido, el Ceuta golpeaba. Y lo siguió haciendo, sin que el centro del campo grana actuara de cortafuegos y con repliegues lentos y errores en las vigilancias de los defensores. Y además, la actuación arbitral estuvo lejos de merecer una nota alta. Con el Murcia volcado sobre la portería del rival, Antonio Toral hizo un recorte y fue barrido, dentro del área. El penalti era indiscutible. Pero nada fue pitado. El árbitro también se inhibió en una acción sobre Joao Pedro Palmberg, objeto de una entrada que merecía la tarjeta roja.
En el Real Murcia, a pesar de la fuerza poderosa de las imágenes, no van a elevar protesta alguna a la Federación Española de Fútbol. Desde el club grana consideran que una queja no tendría efectividad, y por piensan desgastarse en reclamaciones vanas. En la zona noble del estadio Nueva Condomina saben que estas situaciones de flagrante injusticia, de jugadas que no admiten el gris, clarísimas, acabarán cuando el Murcia quede depositado en el fútbol profesional. Con el VAR, el penalti a Toral habría sido pitado. Y el Ceuta se habría quedado con diez jugadores durante muchos minutos. En Primera RFEF, donde no funciona el elemento corrector del videoarbitraje, errores como los de Ceuta pueden reproducirse en las próximas jornadas.