El jugador murciano empieza con mal pie las ATP Finals de Turín, cayendo ante Casper Ruud por 6-1 y 7-5. El miércoles jugará contra Zverev o Rublev.
GREGORIO LEÓN
Los dioses le dejaron un hueco a Carlos Alcaraz en 2022, cuando lo acogieron después de ganar el US Open. Nadie llegaba al número 1 tan joven. Nadie parecía ofrecer mejores cualidades para heredar el legado de The Big Three. Ni siquiera Casper Ruud, su rival aquel día luminoso en Nueva York. El noruego, después de cuatro tentativas, se ha vengado. Y lo ha hecho en el primer partido en la fase de grupos de las ATP Finals. El jugador murciano no ha sido reconocible. Barrido en el primer set dejó escapar el segundo inopinadamente.
Sin seguridad en sus golpes, con fallos en la derecha que tantos réditos le ha dado, vio pasar por delante oportunidades de ruptura, cinco, una detrás de otra, mientras que Ruud aprovechaba cada una de las suyas. Con un total de 32 winners, el noruego elevó el listón a un nivel inalcanzable. Quince errores no forzados para el jugador de El Palmar. El resultado no podía ser otro: 6-1. Insólito.
Se esperaba la reacción de Carlos Alcaraz en el segundo capítulo. Y no fue hasta el sexto juego, cuando se puso 4-2, cuando empezó a dedicarse gestos de autoayuda, reivindicativos, de esos que te afirman en sus convicciones y minan las rival del que tienes al otro lado de la red. Pero Casper Ruud no se iba a dejar amedrentar. Aun con un 5-2 adverso, se levantó, y concluyó el litigio con un 7-5 que levanta un puñado de incógnitas sobre este Carlitos al que, una vez más, el final del año se le hace muy largo. Con la sola felicidad de Pekín, el camino se le está haciendo sinuoso, y mortificante, por momentos. Y aun así, por el formato de esta competición tan singular, aún podría viajar a semifinales. El año pasado cayó en su primera cita ante Zverev, y eso no le impidió progresar en el torneo. El miércoles ya jugará sin margen de error ante Zverev o Rublev.