El empresario aguileño tiene en mente reforzar al equipo grana con el portero Fernando
GREGORIO LEÓN
Alfonso García no se rinde. Después de celebrar dos reuniones con el presidente del Real Murcia, sigue empeñado en tomar el control de la entidad grana cuanto antes. Las prisas del aguileño tienen que ver con el cierre del mercado de invierno. Alfonso García cree que el Murcia está aún a tiempo de alcanzar uno de los puestos de 'play off', y por eso tiene en la cabeza varios nombres que elevarían la calidad de la plantilla actual que entrena Adrián Hernández. Uno de ellos es el guardameta Fernando, que ya estuvo en las filas granas cuatro temporadas, para saltar después al UCAM. Y los tres últimos cursos los ha jugado en el Almería, con escaso protagonismo. Suma solo diez partidos. Esa es una de las incorporaciones que tiene preparadas Alfonso García.
Sin embargo, los actuales responsables del club grana le han cerrado la puerta. En estos momentos no conciben la llegada de un inversor, y entienden que no es la fórmula deseable para darle viabilidad al Real Murcia. Alegan los precedentes y la escasa certidumbre que ofrecen empresarios de latitudes exóticas. Con Jesús Samper como accionista mayoritario, la sociedad adquirió un volumen de deuda mastodóntica que ha podido costarle la vida. Los rectores granas temen que Alfonso García compre el Murcia para después venderlo, como ha hecho con el Almería. Y tienen particular temor a que el club quede en manos de un inversor oriental que haga uso del Real Murcia como un juguete, como mero capricho.
El modelo por el que apuestan los dirigentes murcianistas es el del Eibar, que intenta siempre tener más salud financiera, no solo por la vía de la explotación de derechos de televisión, sino con un incremento de su masa social. Y que el poder esté repartido, no en manos de una única persona que pueda tomar decisiones arbitrarias y lesivas para la entidad. Para el equipo ejecutivo grana el escenario ideal estaría configurado por diez empresarios que aportaran anualmente una cifra de unos 200.000 euros. Eso habilitaría al club para atender sus obligaciones tributarias, y al mismo tiempo, pelear por fichajes ahora imposibles, inmerso como está la sociedad en una política low cost, de fuertes restricciones presupuestarias.
Mientras tanto, el equipo de trabajo de Alfonso García se mueve entre el estupor y la incredulidad, al detectar la resistencia contumaz de los consejeros del Murcia a aceptar un proyecto que, según la idea del empresario aguileño, daría estabilidad financiera, mejoraría la plantilla y acometería la negociación con Hacienda.