El Covid-19 ha retraído a los accionistas, que tampoco compran títulos de la segunda fase de la ampliación actual
GREGORIO LEÓN
El Covid-19 no solo está llevándose vidas por delante, con una estadística trágica que ofrece cada día números pavorosos. También está frustrando sueños y expectativas. El Real Murcia consagró toda su energía y esfuerzos en poner en marcha una ampliación de capital que permitiera subvenir a las necesidad económicas más apremiantes de la entidad, sujeta aún a tensiones de tesorería. Pero la primera fase apenas registró un ingreso de poco más de 160.000 euros, y la segunda, que lleva unos días caminando, desde el pasado 27 de marzo, apenas late. La pandemia del coronavirus está disuadiendo por igual a accionistas e inversores, que no saben a qué abismo pueden enfrentarse si la crisis sanitaria se prolonga. Enrique Roca, por ejemplo, que ha puesto nombre al estadio y que tenía preparada una compra considerable de títulos, prefiere aguardar. Igual ocurre con otras empresas, que ya habían anunciado su intención de participar en esta capitalización del club, y que, obligadas a hacer ERTE's y aplicar medidas de ajuste, buscarán un momento mejor para invertir en el Real Murcia.
Ante esta evidencia, el Consejo de Administración cavila. Y tiene ya en perspectiva realizar una nueva ampliación de capital, cuando el contexto económico sea otro. El equipo ejecutivo grana está facultado para detener la actual, pero prefiere que continúe viva. Sí se plantea estirar el último plazo, el que permite adquirir acciones sin límite alguno. En consecuencia, y dada la atmósfera financiera desfavorable por culpa del Covid-19, el Real Murcia se verá obligado (salvo la irrupción de una aportación económica extraordinaria en la actual, algo poco probable) a una nueva ampliación de capital, que deberá ser sometida a consideración de los accionistas en una junta que se convocará expresamente para ello, siguiendo el consabido camino procedimental.