El tenista murciano, con problemas en un aductor, tuvo que retirarse en el segundo set de su partido ante Auger-Aliassime. Había perdido el primero. Alcaraz cae en los cuartos de final del US Open.
GREGORIO LEÓN
Pasadas las tres de la mañana, con las luces de los rascacielos de Nueva York ya titilando en el horizonte, Carlos Alcaraz se dispuso a alcanzar otra cima: meterse en las semifinales del US Open. Pero incluso un deportista de su talla, tiene límites. Los que le impone su propio cuerpo, muy desgastado después de esfuerzos supremos y partidos de cuatro horas para llegar tan lejos en este Grand Slam en el que ha hecho su presentación universal. Y las molestias en el aductor condicionaron su juego, obligándolo a retirarse. El canadiense Felix Auger-Aliassime sigue en competición.
Después de un arranque en el que los dos tenistas no hicieron concesión alguna con su servicio, en el sexto juego, que casi se fue a los diez minutos, Auger-Aliassime hizo el primer break. Y ahí residió la clave de la primera manga, porque Alcaraz tuvo opción de romperle el servicio al canadiense en el noveno juego, pero desaprovechó un 0-40 a su favor. La fiabilidad en el saque de Auger-Aliassime determinó el set.
Carlos Alcaraz había escondido como pudo sus problemas físicos en la primera manga. Pero ya no pudo hacerlo en la segunda. Su servicio se resintió, con bolas que alcanzaban poca velocidad, y Auger-Aliassime se llevó los dos primeros juegos. Con 2-1 y en el marcador, y 40-15 para el canadiense, el joven tenista murciano tomó la decisión más difícil, y la única posible: retirarse. Su aductor no aguantaba más.
El murciano, una de las nuevas estrellas del tenis mundial, se despidió de la imponente pista Arthur Ashe con el tributo de la ovación unánime del público, entregado con devoción a un chaval de apenas dieciocho años en el que ha visto la representación exacta de un campeón predestinado a altas cumbres.
Alcaraz, a pesar de la frustración por no haber podido pelearle la victoria al canadiense y exprimir sus opciones de colarse en semifinales, ha llegado mucho más lejos de lo previsto. Para la historia del tenis quedará su victoria en el tie-break ante un campeón como Tsitsipas. El tenista murciano ha escrito en Nueva York hermosos e impensables capítulos. El destino es suyo.