Con una gran actuación coral, el combinado nacional derrota a la República Checa (5-2). El lunes jugará los cuartos de final contra Portugal. El murciano Mellado, protagonista.
GREGORIO LEÓN
España había dejado hasta el momento un puñado de certidumbres y alguna incógnita en pie. No tenía cara de campeona en la fase de grupos, más angustiada de la cuenta, con acelerones y frenazos, sin alcanzar velocidad de crucero. Pero ante la República Checa exhibió todas sus capacidades, las que le hacen favorita para ganar el Mundial. El lunes (16.30 horas) jugará contra Portugal, que derrotó a Serbia en la prórroga. La tercera estrella está más cerca.
La selección firmó en la primera parte sus mejores minutos desde que se puso en marcha el Mundial. Volcado sobre la portería checa, con un juego de cuatro que daba amplitud a la pista, desplegando un gran despliegue físico para hacer la presión, fue acumulando ocasiones y goles. Raúl Campos dejó claro quién mandaba en la cancha. Y Raúl Gómez lo confirmó. Las rotaciones no modificaron las prestaciones del equipo español. El murciano Mellado, con su calidad en el pase, y Solano, como pívot fijo, siguieron amenazando a una aturdida República Checa que se vio obligada a pedir un tiempo muerto. En vano. Raya también golpeó. Y Adolfo no podía faltar a su cita con el gol.
El partido entró en otra geografía en la segunda mitad. Aparecieron grietas en la defensa de España, que le dio vida a los checos, que incluso soñaron con la remontada tocando la tecla del portero-jugador. El 4-2 empezaba a ser inquietante. Pero Ortiz zanjó el debate, haciendo el quinto.