El tenista murciano, que se despide de Nueva York para regresar a España, confiesa que no esperaba llegar tan pronto a ser número 1 del mundo
GREGORIO LEÓN
Con voz cansada después de atender los mil compromisos y servidumbres que impone ganar un Grand Slam, Carlos Alcaraz no modifica su discurso humilde, el que ya expresó en la rueda de prensa tras ganar a Casper Ruud. Ha atendido a medios nacionales acreditados y se ha hecho la foto ritual con el trofeo del US Open, en Times Square. Y a pesar de la revolución tenística que ha comenzado, abriendo una nueva era, insiste en tener los pies muy pegados al suelo, en repeler las tentaciones de divismo. El murciano no quiere dejar de ser un chico normal, que aproveche cualquier minuto libre para disfrutar de su familia y sus amigos. "Aún no soy consciente de lo que he hecho. No le doy la auténtica dimensión", confiesa.
Y aunque ha visto vídeos de la locura desatada en El Palmar, con casi dos mil personas disfrutando en directo de su victoria mirando una pantalla gigante, todavía no calibra el alcance de su éxito.
"No me esperaba llegar arriba tan rápido", comenta Carlos Alcaraz, en una entrevista concedida a TVE. Ahora abandona Nueva York para volar a España, donde le espera la Copa Davis. Y el aplauso unánime de todos.