El actual presidente del Águilas sondea la posibilidad de desembarcar en el club grana, a través de una sociedad.
GREGORIO LEÓN
A Alfonso García no se le quita de la cabeza la idea de sentarse en el palco del estadio Enrique Roca. Ya lo intentó en 2020. Y ahora vuelve a explorar esa posibilidad. Lo haría a través de una empresa interpuesta, un sociedad que aportaría el capital para adquirir el paquete accionarional mayoritario de la entidad grana. En la anterior tentativa, también el dinero para comprar las acciones del Real Murcia procedía del exterior. Fue hace dos veranos cuando el aguileño se lanzó abiertamente a hacerse con todo el control del Real Murcia. Celebró varias reuniones con Francisco Tornel, quien llegó a entender que el cambio de propiedad se iba a producir indubitadamente, fiándose de la palabra de Alfonso García. Pero el último día para aportar el capital exigido, el empresario solo había aportado 100 euros, que puso su colaborador más cercano y mediador en esta operación, el abogado Núñez Mediavilla. Y su proyecto, en el que había incluso una lista de jugadores a fichar inmediatamente, se vino abajo. Fueron inútiles varias reuniones y contactos. Consejeros de la entidad grana criticaron su forma autoritaria de actuar, exigiendo datos económicos confidenciales sin que él ofreciera una intención real de compra.
A partir de ahí, García consagró todos sus esfuerzos en el equipo de su pueblo, Águilas. Con incuestionable éxito inicial, porque el equipo abandonó la Tercera División y viajó a la Segunda RFEF. El planteamiento era muy agresivo, de largo alcance. Alfonso García quería repetir el camino recorrido por el Almería. Su intención era conducir al Águilas al fútbol profesional. Y no escatimó en esfuerzos económicos, con un presupuesto que saltó el millón y medio de euros. Pero la toma de decisiones equivocadas, como concederle todas las competencias a Gaspar Campillo, fue agrietando el proyecto, equivocándolo de ruta. Al Águilas se le fue poniendo cara de Titanic. Y el choque con el iceberg fue inevitable.
Esta semana Alfonso García conoció de primera mano cuál era la situación del Extremadura, ante la opción de que el Águilas ocupe su vacante en Segunda RFEF. La deuda total es de 2,8 millones de euros, pero falta delimitar qué cantidad corresponde a cantidades impagadas a jugadores. De momento el cuadro aguileño saldrá en Tercera.
Agustín Ramos, dispuesto a echarse a un lado si alguien cubre la deuda
El presidente grana no tiene noticias directas de este interés renovado de Alfonso García por desembarcar en el Real Murcia. Pero Agustín Ramos no quiere hacer de tapón: si viene alguien, sea cual sea su nombre, con garantías económicas para gobernar la deuda de la entidad, situada en 30 millones de euros, daría un paso atrás. "Que venga con proyecto y dinero. Alfonso o el que sea", proclama el máximo dirigente grana, que es consciente de que el club se ha puesto en valor tras el ascenso a la Primera RFEF.
