Los de Unai Emery, que igualaron la eliminatoria en la primera parte, se vieron desbordados en la segunda.
GREGORIO LEÓN
La historia del fútbol se escribe también con gestas inconclusas. El Villarreal firmó un primer tiempo excepcional para alimentar todos sus sueños, los más grandes, aquellos que conciben los equipos pequeños que desafían a los poderosos: jugar la final de la Champions. Fueron 45 minutos para el recuerdo. El Liverpool, seriamente advertido, viéndose en riesgo de quedarse fuera, reaccionó a tiempo.
El Villarreal empezó a cumplir el guion soñado con el gol tempranero de Dia. Solo se habían jugado tres minutos. Apretó mucho el equipo de Unai Emery, ante un Liverpool aturdido que no sabía sacudirse una presión tan atosigante. Y para confirmar que la noche iba a ser muy dura para los de Kloop, Coquelin hizo el 2-0 al borde del descanso. Hasta cinco disparos ejecutó el cuadro español en una primera mitad redonda.
Tras el descanso, el Liverpool, encorajinado, reaccionó. A los seis minutos ya Fabinho puso el 2-1 en el marcador. Y poco más tarde Luis Díaz empataba el encuentro. La remontada se evaporaba. Y mucho más con el 2-3, obra de Mané.
