"Dejé de ser feliz y debía irme", asegura Diego Giustozzi en su despedida. El campeón del mundo con Argentina se va sin ganar un título, dejando al equipo subcampeón de Europa. Le sustituye Javi Rodríguez
Casi un minuto han durado los aplausos que ha escuchado en la sala de prensa del Palacio de los Deportes. La plantilla al completa de ElPozo, junto a miembros de la estructura orgánica club y periodistas, no han dudado en despedir a Diego Giustozzi de esa manera. No es habitual. Pero el ya extécnico del equipo murciano, desde el respeto, ha guardado una relación de lealtad con todos. Por contra, esa integridad, destacada por José Antonio Bolarín, a su derecha, no ha tenido traducción en la cancha. Acaba un ciclo de cuatro años en blanco. Al decir de todos, mereció ganar la Champions ("esa es la que más me duele", confiesa el argentino) ante un Barcelona al que la tostada le cayó del lado del pan, no de la mantequilla. La bola es muy caprichosa, y una de las secuencias de Match point, entre las películas más redondas de la filmografía de Woody Allen, expresa la borrosa silueta que separa el éxito del fracaso, apenas un filamento casi invisible para el ojo humano. Otras veces no fue el azar quién le impidió bañarse de serpentinas y confeti. El desenlace en el Olivo Arena solo lo puede concebir un autor sin límites para infligir dolor. ElPozo ganó y perdió allí la última Copa de España. Antes, en su año de estreno, el argentino reactivó un equipo que iba cuesta abajo, sin rumbo, con Duda. Sin embargo, su efecto inicial, con una primera temporada sobresaliente que incluye dos finales disputadas hasta el último segundo ante el mastodonte Barcelona, se fue diluyendo. Y él anticipó su final en agosto del año pasado: "Dejé de ser feliz y debía irme", revela.
José Antonio Bolarín, el presidente de la entidad, ha recordado los momentos tan duros que le ha tocado vivir a Giustozzi: "A pesar de que le ofrecimos la posibilidad de liberarlo de su trabajo, fue profesional hasta el último día, dirigiendo al equipo incluso con su madre muriéndose".
Que en la despedida estuviera toda la plantilla al completo no es casual. Ni una pose. El argentino tenía plena sintonía con el conjunto de jugadores de este curso: "Echaré de menos este grupo humano. Y estaba convencido que con él, este año sí íbamos a ganar".
Giustozzi no elude su responsabilidad. Tan innegable es el afecto que ha dejado como el fracaso de la temporada, concluida con la peor clasificación histórica del club: "El culpable soy yo. Después de perder la Copa, ocurrieron muchas cosas: la sanción a Taynan, a Darío, lesiones de Marcel y Fernando, y luego cogí la Covid, y mi mamá enfermó".
Con más canas y menos pelo. Así confiesa que se va. El argentino hace las maletas sin poder acometer los cambios más profundos en la estructura del club para darle un nuevo impulso: "Vi que no podía imponer mi estilo. Fue muy desgastador trabajar en la gestión del club".
Javi Rodríguez, hasta ahora entrenador de Industrias Santa Coloma, será su sustituto. A Giustozzi le espera la selección de Vietnam, donde trabajará los dos próximos años.
