La DANA de Valencia: razones por las que se origina y sus efectos
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España sufre la peor inundación en décadas tras las lluvias torrenciales caídas y que han afectado especialmente a la provincia oriental de Valencia. Mucho se habla de la gestión de las administraciones en las tareas de previsión y rescate de las víctimas, pero en este programa les explicamos los aspectos relacionados con el ámbito científico, como explicar cómo funciona una inundación de este tipo y el papel que científicos y técnicos puedan tener para ayudar a entender lo que ha sucedido y tomar medidas de prevención.
Según la Agencia Estatal de Meteorología, el 29 de octubre de 2024 llovió en Valencia el equivalente a un año en sólo ocho horas. Este diluvio causó inundaciones repentinas devastadoras, convirtiendo las calles en ríos, destruyendo casas y arrastrando vehículos. Empezamos explicándoles en qué consiste este fenómeno y cómo se produce. Juan Esteban Palenzuela, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología en la Región de Murcia, ha explicado cómo funciona un fenómeno meteorológico de este tipo y por qué impacta de forma distinta en cada zona.
La información que utilizan los meteorólogos se basa en los modelos climáticos, que son representaciones de los procesos físicos, químicos y biológicos que afectan al sistema climático. Simulan las interacciones de la atmosfera terrestre, los océanos, el relieve y el hielo. Todos los modelos de cambio climático apuntan en el futuro a danas más extremas como la que ha afectado a España, aunque no está tan claro el aumento de la frecuencia de estos fenómenos. Es la opinión del catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de Murcia Juan Pedro Montávez, quien recuerda que las previsiones meteorológicas no han fallado en esta ocasión: ocho de cada diez modelos daban lluvias por encima de los trescientos litros.
Atribuir directamente esta dana al cambio climático es delicado, afirma Montávez. Estos fenómenos de lluvias torrenciales han existido siempre en el Mediterráneo y seguirán produciéndose, pero ya hay suficiente consenso científico para afirmar que están estrechamente ligados al calentamiento global y especialmente al aumento de la temperatura del mar.
La dana de Valencia es algo tan excepcional que supera cualquier previsión, una inundaciones que ocurren cada mil años. Es la opinión de Bruno Ballesteros, investigador del Instituto geológico y Minero de España, del CSIC, que tiene su sede precisamente en la comunidad valenciana. Es difícil pensar, dice este experto, que una cuenca de 580 kilómetros cuadrados genere ese volumen gigantesco de agua. Ballesteros explicaba que ahora mismo forman parte de un comité de emergencia para asesoramiento científico. Este investigador lidera el grupo de emergencia de hidrogeología y ya tiene algunos datos recogidos provisionales que le llegan a hacer esta conclusión: inundaciones de estas características pasan cada mil años. Añadía, además, que hay que hacer un análisis y tomar decisiones, como las infraestructurales. Hay proyectos, destaca, desde hace 15 años que se han paralizado para actuar en la cuenca afectada y evitar estos sucesos, como la construcción de pequeños embalses.
Salvador Gil Girado y Alfredo Pérez, profesores de Geografía Humana de la Universidad de Murcia, indican que hay tres factores a tener en cuenta. Uno es el peligro natural, los factores geográficos y los factores sociales, que son la exposición y la vulnerabilidad de las personas. Creen que los factores sociales no están tan estudiados y son claves. Además, consideran que se deben mejorar los planes urbanísticos y la población, a través de las administraciones, deben tener un detalle en tiempo directo de la situación y los riesgos asociados. El profesor de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Politécnica de Cartagena Juan García Bermejo sostiene que lo ocurrido en este episodio debe hacernos entender la enorme importancia que tienen los planes de gestión de inundaciones y los mapas que imponen limitaciones a la construcción de viviendas o a la ubicación de empresas en zonas que pueden quedar anegadas. García Bermejo cree que esos planes van a resultar todavía más necesarios en el futuro, porque episodios de "lluvias relámpago", como el vivido estos días, van a ser cada vez más frecuentes. Los planes de gestión de emergencias no sólo delimitan la áreas de riesgo por inundación. También establecen protocolos de coordinación entre administraciones para dar respuesta a una avenida. García Bermejo no duda de que se hayan seguido los pasos previstos, pero cree que es muy posible que sea necesario revisar los protocolos existentes. En esa línea también va la visión de Juan Pedro Sanz, vicedecano del Colegio de Arquitectos de la Región de Murcia y profesor del Departamento de Arquitectura y Tecnología de la Edificación de la Universidad Politécnica de Cartagena. Cree que la situación se debe ver desde tres perspectivas, la del territorio, las características del terreno y la construcción de los edificios. Por otra parte, Gil Girado y Pérez, creen que debemos replantearnos nuestro modelo ciudad y cuál queremos para el futuro. La ciudad ha ido creciendo en la periferia y está más expuesta a inundaciones y se debe tener en cuenta el tipo de movilidad.
Otra perspectiva que queremos tratar es la relacionada con cuestiones sociales. Hemos visto la movilización ciudadana y la llegada de miles de voluntarios a Valencia para ayudas a los vecinos de los pueblos más afectados. Lo que hace que la gente se plantee si la tragedia nos va a enseñar algo útil a largo plazo. Los sociólogos creen que no porque el ritmo actual en el que vivimos nos han hecho perder la memoria histórica. Esa es, al menos, la opinión del doctor en Sociología y profesor de la Universidad de Murcia, Juan José García Escribano. Él considera que el hombre ha perdido mucho la capacidad de extraer aprendizajes de situaciones extremas como esta inundación. La ola de solidaridad pasará pero los efectos de la catástrofe seguirán y llegará el olvido de los medios de comunicación. Esto es consecuencia de lo que los sociólogos denominan "modernidad líquida".
García Escribano explica que el ciudadano tiende a olvidar situaciones como un fallecimiento al acercarse a una avenida de agua o también de las letales consecuencias de entrar en un subterráneo durante una inundación. Este sociólogo dice que vivimos en "un presente continuo" y eso nos lleva a repetir errores.
Las nuevas tecnologías nos han convertido en una "sociedad voayeur". El deseo de captar la mejor imagen o la más viral lleva a no empatizar con lo que hay al otro lado del objetivo. García Escribano considera que esto nos ha hecho más desafectos e individualistas. Otra visión del uso de las nuevas redes sociales es positivo, ya que actuaron como un sistema de alerta temprano mostrando la gravedad de los efectos que ya estaba provocando la dana con cientos de videos y testimonios de afectados que bien colgaban mensajes o bien grababan videos. La cuestión es, según el profesor de periodismo de la UCAM, José Manuel Noguera, que las redes, que tantas críticas reciben por ser contenedor de muchos bulos, evitaron el martes una catástrofe aun mayor.