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El Colegio de Ingenieros Agrónomos delimita el perímetro agrario del Mar Menor en el que se deben aumentar los controles

La Confederación Hidrográfica del Segura celebra Junta de Gobierno esta semana, en la que se examinará, entre otros asuntos, el documento

13 JUL 2020 - 00:00
Imagen de archivo de un temporal en el Mar Menor
Imagen de archivo de un temporal en el Mar Menor. EP
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El Colegio de Ingenieros Agrónomos delimita el perímetro agrario del Mar Menor en el que se deben aumentar los controles
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REDACCIÓN. Murcia

El Colegio de Ingenieros Agrónomos de la Región de Murcia ha entregado a la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) un estudio sobre la sensibilidad potencial vinculada al potencial agrario de la cuenca vertiente al Mar Menor. La CHS tiene previsto examinar esta semana el informe, que delimita una zona sobre la que se ha de actuar con urgencia e insta a poner en marcha medidas.

El documento es la primera de las acciones recomendadas por la comisión de expertos creada por el COIARM, que durante meses ha estado analizando el problema desde las distintas disciplinas que abarca la ingeniería agronómica. En este caso coincide con una necesidad expresada por la CHS y que también ha sido remitido al consejero de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente, Antonio Luengo.

DELIMITAR LA SUPERFICIE DE POTENCIAL AGRARIO MÁS SENSIBLE
El estudio, elaborado por la Comisión del Mar Menor del COIARM, ha logrado identificar la superficie de potencial agrario más sensible al aporte de nutrientes a la laguna del Mar Menor en el Campo de Cartagena, según informaron fuentes del Colegio en un comunicado.

Esa superficie mide 553 hectáreas, de las cuales 234 corresponden a regadíos y 319 a secano. En su conjunto, sufre un mayor riesgo o sensibilidad potencial de aporte de nutrientes a la laguna. La cuenca vertiente al Mar Menor tiene una superficie aproximada de 122.994 hectáreas, distribuida entre once términos municipales (provincias de Murcia y Alicante).

Para identificar estas zonas sensibles, el COIARM ha utilizado fuentes de datos públicos, entre otros, de la Dirección General del Catastro, del Instituto Geográfico Nacional, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y del estudio de TragsaTec Análisis de soluciones para el objetivo del vertido cero al Mar Menor proveniente del Campo de Cartagena.

Todos estos datos han sido introducidos y analizados en un Sistema de Información Geográfica (SIG), y han permitido un análisis del modelo digital del terreno junto con la realidad del territorio y las distintas variables ambientales objeto de este estudio.

Estos sistemas permiten, a través de la superposición de capas sobre el área estudiada, determinar la coincidencia entre diferentes factores, tanto físicos como químicos.

Cada capa aporta una variable diferente: parcelación según el catastro, uso de secano o regadío, cultivo leñoso u hortícola, pendiente del terreno, tipología del suelo, niveles piezométricos o velocidades de movimiento del agua, lo que nos indica el tiempo que tarda el agua en llegar al mar desde cada punto del acuífero.

Los datos obtenidos a través del cruce de estos indicadores permiten delimitar las zonas de mayor sensibilidad potencial y que pueden incidir en la laguna del Mar Menor en menos tiempo.

¿QUÉ HACER CON ESTA INFORMACIÓN?
Lo primero que quiere dejar claro el decano del COIARM, Andrés Martínez, miembro de la comisión que ha elaborado el estudio, "es que nosotros podemos hacer recomendaciones desde el punto de vista agronómico, pero nunca podemos establecer prohibiciones, porque nosotros no tenemos potestad ni capacidad legislativa ni atribuciones para poder legislar".

Lo que hacen los ingenieros agrónomos de Murcia es una serie de recomendaciones. "Nuestro modelo nos ha proporcionado un perímetro sobre el que consideramos urgente actuar", según Martínez. "Y lo que proponemos ahora es estudiar el comportamiento dentro de la zona resultante para actuar en origen sobre las explotaciones agrarias donde las actuaciones pueden afectar en el plazo de un año al estado de la laguna", ha añadido.

Pero el estudio de los flujos del acuífero no es la única medida que propone el COIARM. "También instamos a transformar el SIG estático en un SIG dinámico con la implementación de datos obtenidos a nivel de explotación por operadores agroambientales, figura que consideramos básica y en la que ya trabajamos con la Consejería de Agricultura", ha precisado.

Esta acción, a su juicio, "debe constituirse en un elemento fundamental de toma de decisiones, a la que debería añadirse el control de la fertilización y tratamientos fitosanitarios con la implantación de la receta de fertilización y fitosanitaria, sin olvidar el control de las relaciones entre el porcentaje de nitrógeno extraído por los cultivos y los kilos producidos por los mismos".

LEGISLACIÓN MÁS RESTRICTIVA QUE EN OTRAS COMUNIDADES
Otro de los puntos que ha abordado el estudio es la comparación entre las normativas al respecto de vertidos de nitratos que rigen en otras comunidades autónomas. Se han tomado como referencia las de Andalucía, Castilla-La Macha y Comunidad Valenciana.

Según explica el decano del COIARM, "vimos con datos contrastables que la zona vertiente del Campo de Cartagena tiene unos niveles que están una media de un 37% por debajo de lo que marca la normativa que se debe aplicar en una zona vulnerable cualquiera de la Región de Murcia, como puede ser el caso de Cartagena".

"También comprobamos que en la mayoría de los cultivos de la zona colindante somos más restrictivos", según Martínez, quien pone como ejemplo un agricultor que esté en San Javier, que "tiene unas restricciones más severas que otro que está cuatro kilómetros más allá, en la zona de Pilar de la Horadada, que ya es la Comunidad Valenciana". No obstante, desde el COIARM se muestra el convencimiento de que el margen de mejora es notable y que esta redundará en beneficio de todos.

"LOS INGENIEROS NECESITAMOS DATOS"
La propuesta de los ingenieros agrónomos tiene como objetivo conseguir información para adaptar la actuación al escenario más sostenible.

"Los ingenieros necesitamos datos para tomar decisiones. Si no disponemos de ellos, no podemos ser lo efectivos que la situación merece. Cuantos más datos seamos capaces de recabar, más herramientas se van a poder desplegar. Estamos ante un problema muy complejo en el que se imbrican una gran cantidad de factores de distintos sectores, por lo que resulta vital la monitorización de éstos para discernir qué acciones son más urgentes y trascendentes", concluye Martínez Bastida.

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