El documento tiene el acuerdo unánime de todos los partidos, sindicatos y organizaciones castellano manchegas. El presidente del Sindicato Central de Regantes califica el pacto de "abertzale"
Redacción. MURCIA
Todos los partidos con representación en las Cortes de Castilla-La Mancha, junto a sindicatos, empresarios, organizaciones agrarias y municipios, han firmado hoy en Toledo un acuerdo en defensa del agua cuyo objetivo último es el fin del trasvase Tajo-Segura. El presidente del gobierno castellano-manchego, Emiliano García-Page, ha afirmado que nunca se negarán a trasvases para atender al abastecimiento de las poblaciones del levante español, pero cree que ha llegado el momento de que el Tajo-Segura deje de ser la fuente de suministro de caudales para la agricultura de Murcia, Alicante y Almería. Será, según García-Page, una estrategia "escalonada" para alcanzar el objetivo "poco a poco, sin darnos ni cuenta" hasta llegar al momento en el que "el grifo vaya al revés".
El presidente castellano manchego se ha mostrado especialmente feliz por haber conseguido sumar a este objetivo a todas las organizaciones políticas, económicas y sociales, eliminando de la ecuación los intereses partidistas que hasta ahora habían marcado las posiciones políticas en torno al agua. García-Page ha mandado un mensaje directo a los presidentes de Murcia, Valencia y Andalucía: deben estar atentos a lo que significa este gran pacto -ha dicho- pero no deben alarmarse porque el gobierno de Castilla-La Mancha está dispuesto a hacer frente común con ellos para exigir una alternativa (y mencionaba expresamente la desalación) a un precio razonable.
PACTO "ABERTZALE"
Así es como describe el acuerdo el presidente del Sindicato Central de Regantes del Trasvase Tajo-Segura, Lucas Jiménez. En su opinión, el documento suscrito en Toledo invade competencias exclusivas del Estado y podría haberlo firmado cualquier independentista vasco o catalán. Para Jiménez, las declaraciones del presidente manchego en las que se ofrece para constituir un frente común por la desalación con las comunidades de levante, son una 'boutade', un gesto llamativo pero sin ninguna eficacia real.