A partir de este sábado y después de casi un año, la mascarilla deja de ser obligatoria en exteriores aunque no debemos dejarla en casa. Tendremos que llevar una siempre encima para usarla en caso de aglomeraciones
LETICIA G. ÁLVAREZ | PACO MARTÍNEZ
Después de casi un año, la mascarilla deja de ser obligatoria al aire libre, siempre que se mantenga 1,5 metros de distancia o cuando estemos con personas convivientes.
Pero no olviden que hay algunas excepciones. Deberemos seguir usándola en eventos multitudinarios que se celebren de pie, como conciertos, aunque sean al aire libre, pero no si estamos sentados, con asientos asignados, y se garantiza esa distancia de 1,5 metros. La mascarilla también seguirá siendo obligatoria en espacios cerrados de uso público, así como en los medios de transporte público.
No tienen que llevar mascarilla los ancianos en cuyas residencias el 80 por ciento de los residentes tenga la pauta completa de vacunación. No se libran del tapabocas los trabajadores que les atienden, así como las personas que les visiten.
Lo cierto es que, a partir de mañana, vamos a tener que modificar los hábitos de uso que hemos ido aprendiendo -no sin dificultad- a lo largo de los últimos meses. Es cierto que ahora ya no tendremos que llevarla puesta a todas horas, pero eso no significa que podamos salir de casa sin una mascarilla en el bolsillo, porque en cualquier momento podemos vernos en una situación en la que tengamos que colocárnosla.
Eso es precisamente lo que nos recomienda desde el Consejo General de Enfermería, Guadalupe Fontán: tener siempre a mano una mascarilla, preparada para usar ante cualquier situación que lo requiera.
Y en el trasiego de quitarnos y ponernos la mascarilla, ojo a algunos hábitos peligrosos, como lo de colocarse la mascarilla en el codo, porque en esa posición la zona interior puede entrar en contacto directo con superficies contaminadas.
