Algunos han agotado los doce meses de baja laboral y el Instituto Nacional de la Seguridad Social les insta a reincorporarse al trabajo a pesar de que las secuelas no han desaparecido
PACO MARTÍNEZ. Murcia
Cerca de 15.000 murcianos padecen alguna de las múltiples secuelas de lo que se ha dado en llamar "COVID persistente" que, en sus versiones más graves, incluyen problemas de memoria y dificultades con el lenguaje que incapacitan a quienes las sufren para reincorporarse con normalidad a su actividad laboral. Los datos los ha aportado María Montoya, portavoz de la Asociación COVID Persistente Murcia, que subraya que en la inmensa mayoría de los casos se trata de mujeres que están rondando los cuarenta años.
Aunque a la mayoría de los que han sufrido el COVID, la enfermedad no les ha dejado ningún tipo de secuela, se calcula que uno de cada diez sigue experimentando sus efectos pasados tres meses del momento de la infección aguda. Son problemas de lo más diverso, que van desde cierta sensación de cansancio o pequeños episodios de fiebre que se repiten cada pocos días, hasta situaciones más graves que afectan a la memoria a corto plazo o a la capacidad para expresarse.
Muchas de esas personas tienen que sufrir la frustración añadida de que el médico al que relatan sus problemas no acabe de creerles. Dice la portavoz de la asociación, María Montoya, que en el caso concreto de Murcia muchos pacientes con COVID persistente han sido desviados a las consultas de psiquiatría, a pesar de que ya hay estudios médicos que certifican que sus secuelas no son producto de su imaginación.
Al colectivo se le plantea un problema añadido porque algunos de ellos ya han agotado el plazo máximo de doce meses de baja laboral, y el Instituto Nacional de la Seguridad Social les ha instado a reincorporarse a sus puestos a pesar de que las secuelas no han desaparecido. La Asociación, que forma parte de un movimiento internacional, se ha marcado como objetivo conseguir que la Organización Mundial de la Salud incorpore el COVID persistente a su lista de enfermedades. Eso allanaría el camino a un reconocimiento también por parte de la Administración española.
