El abogado y político presenta "La sombra que habita en nosotros", donde recupera vivencias del siglo pasado gracias a Pedro Dávila y Ramón Blesa, sus personajes principales
GREGORIO LEÓN
Con un auditorio expectante en la Fundación Caja del Mediterráneo, escoltado por el profesor José Belmonte y el novelista Jerónimo Tristante, el abogado y exdiputado Juan Ramón Calero presentó su nueva novela. No es la primera que escribe. Sus inclinaciones literarias fueron precoces. Con dieciocho años no dudó en mandar su primer texto de ficción al premio Nadal, hasta que se percató que esos sueños de creador debían quedar aplazados. El Derecho era un camino más seguro. Y por él ha transitado con éxito toda su vida.
La sombra que habita en nosotros (Diego Marín) le debe mucho a la memoria. Ahí está el sustrato de una narración que gira constantemente la mirada al pasado. Son las vivencias personales a las que ha acudido Calero para poner en pie sus personajes, asentados en Andalucía. "Mi padre asistía a tertulias de intelectuales, tertulias que promovía Federico García Lorca. Y fue mi padre el que me inculcó la afición por el poeta, que piropeaba a mi madre, por cierto". La guerra civil y sus consecuencias aparecen como decorado histórico insoslayable. Imposible abstraerse de ellas si caminamos por el siglo XX hasta detenernos en la Transición: "Mi padre, que cayó en el bando nacional, no escuchaba en la radio los discursos de Mussolini, sino los de Churchill", subraya Juan Ramón Calero, evocador. La modestia y el respeto a la profesión de escritor le ha acompañado en todo el proceso de redacción de la novela: "Como dijo García Márquez, yo escribo para que mis amigos me quieran más".
El profesor José Belmonte calificó la novela de "dura, intensa, repleta de escenas dramáticas" y elogió la prosa de Calero, de inspiración barojiana: "No hay artificio en ella. Baroja, Miguel Delibes, Galdós... están presentes. Y Juan Ramón, como hombre de leyes que siempre ha sido, sabe de la precisión linguística que Stendhal enconraba en el código napoleónico". Belmonte explicó que "la guerra civil aparece como un espacio mítico que nos mueve a la reflexión, y acaso, al perdón".
Jerónimo Tristante destacó otra clave de este libro de Juan Ramón Calero: "Es una novela contra la intolerancia. Ahonda en la idea de la reconciliación. Nos inyecta anticuerpos contra los extremismos. Y recupera el espíritu de la Transición".
Las escenas eróticas, impecablemente descritas y que han llamado la atención de muchos lectores, encontraron una respuesta jocosa de Calero: "Igual con la edad me estoy haciendo un viejo verde", concluyó, entre risas.
