Psicólogos y pedagogos perciben en los adolescentes un sentimiento de inseguridad a quitarse la mascarilla porque les ayuda a estar más cómodos en "su yo" y "temen ser rechazados" por sus iguales
LETICIA G. ÁLVAREZ
Faltan horas para que decaiga la obligación de llevar mascarilla en interiores, aunque la recomendación es seguir usándola en algunos ámbitos. Deja de ser obligatorio ponérsela en los centros educativos y, aunque es un alivio para la mayoría, no es así para todos. Los expertos están encontrándose con un incremento de casos de lo que se ha denominado 'síndrome de la cara vacía', miedo a descubrir nuestras caras. Esta situación ha puesto en alerta a psicólogos y pedagogos, que perciben en los adolescentes un sentimiento de inseguridad a quitarse la mascarilla porque les ayuda a estar más cómodos en "su yo" y "temen ser rechazados o no ser aceptados del mismo modo por sus iguales, que son tan importantes para ellos".
Dos años con mascarilla casi para todo han provocado problemas cutáneos y dificultad para respirar en algunos momentos pero también han servido de escudo protector para algunas personas, sobre todo para los adolescentes. Con ellas han podido esconder inseguridades físicas y también emocionales que ahora les cuesta afrontar. Así lo explica Carmen Pérez-Saussol, doctora en Psicología, especialista en psicología clínica y educativa: "se puede convertir en un problema si el menor llora, no quiere ir a clase, tiene taquicardia y no está bien. Si es así, eso ya se ha convertido en un problema y deberíamos acercarlo al psicólogo o al médico para que nos indique qué hacer", ha indicado a Onda Regional
La doctora Pérez-Saussol apuesta, salvo excepciones, por no retirar la mascarilla de forma paulatina. El niño o adolescente no debe contar con ella como punto de apoyo para esconder complejos, traumas o cambios físicos. "No hay que darle importancia a la masacarilla. Como generemos en ellos la posibilidad de ponerse o no la mascarilla, el problema es que al final se convierte en un punto de apoyo", señala Pérez-Saussol.
Es normal que cueste -dice esta experta- pero no debemos patologizar, es decir, a no ser que suponga un problema severo, debemos intentar que niños y adolescentes sean capaces de volver a comportarse con normalidad sin la mascarilla.
