Hace tan solo unos días era agredida una persona trans en pleno centro de Cartagena. Cuando se cumple un año de la muerte de Samuel, la investigación aún no ha terminado
Hace solo unos días una persona trans era agredida al bajar de un autobús, en pleno centro de Cartagena. No es un hecho aislado y muestra que, un año después del asesinato de Samuel Luiz en A Coruña, los delitos de odio forman parte de nuestra sociedad. Este crimen homofóbico ha estado presente en las manifestaciones del orgullo celebradas en toda España.
Jose María García, del Colectivo Galactyco, considera que ese crimen ha sido un punto de inflexión para ver lo que mucha gente no quiere ver. Hay que luchar siempre contra esa violencia, a pesar de datos contradictorios como el que surgió semanas después de lo ocurrido a Samuel Luiz en Galicia.
Este sábado por la noche se han realizado vigilias por Samuel en muchas ciudades de toda España, incluido el mismo lugar del crimen, en A Coruña. Poemas, canciones y recuerdos sobre un homicidio cuya investigación no ha finalizado aún.
Hasta ahora, ha habido siete hombres detenidos. Entre ellos cinco adultos´-de los que tres están en prisión y otros dos con obligación de acudir al juez- y dos jóvenes menores, que aceptaron cumplir tres años y medio por asesinato, en un centro de régimen cerrado. Ahora se espera conocer el contenido de mensajes enviados por los implicados a través de redes sociales, cuya autorización no se ha obtenido hasta la semana pasada. Los datos recibidos están ya en poder de la Policía Nacional para su análisis y se está ahora a la espera de su informe.
No son hechos de otros lugares. Aquí mismo, nos cuenta Jose María García, se producen delitos de odio con cierta regularidad. Hay una denuncia registrada en Cartagena este mismo mes de junio, porque la misma exigencia que tantas mujeres reclamamos, pasear sin miedo por la calle, incluye a cualquiera que por su diversidad es objeto de esa violencia que se considera intolerable.
Colectivos como Galactyco trabajan por una mejor educación, porque la solución está en comprender las diferencias como enriquecedoras y factores de democracia y convivencia. Jose María García cuenta que los intentos de instalar un pin parental o de cerrarles las puertas de los centros escolares no han tenido éxito, gracias al ingenio y la valentía del personal docente.