Francesc López Seguí, responsable de la Unidad de Economía de la Salud del Hospital Germans Trías, dice que los 3.000 millones de euros de gasto en la vacunación son rentables tal y como publica la revista 'Vaccines'
PACO MARTÍNEZ. Murcia
Las vacunas han ahorrado a España 1.500 millones de euros en gasto sanitario, aunque esa cifra sería todavía mayor si tuviéramos en cuenta las secuelas de larga duración que han sufrido muchos de los no vacunados o los efectos en términos de jornadas laborales perdidas o empleos destruidos. El dato lo han calculado el Instituto Catalán de la Salud y el Centro de Estudios de Economía y Salud, y aparece publicado en un artículo de la revista especializada "VACCINES".
Lo que estos investigadores han analizado es el gasto que España ha hecho en comprar y administrar las vacunas, para luego confrontarlo con el coste de la atención médica que esas vacunas han evitado al reducir notablemente los efectos más graves de la enfermedad entre las personas que habían sido inmunizadas. Las cifras globales son altísimas: España ha gastado 3.000 millones de euros en la vacunación, pero eso ha evitado un gasto en atenciones sanitarias que habría rondado los 5.000 millones. Así que la inversión nos ha salido rentable, como explicaba Francesc López Seguí, responsable de la Unidad de Economía de la Salud del Hospital Germans Trías.
La relación coste beneficio arroja un ahorro de 1,4 euros por cada euro invertido. Pero eso es si únicamente tenemos en cuenta el gasto sanitario directo que no ha sido necesario realizar. Cuando el cálculo se extiende a lo que nos hemos ahorrado en términos de salud, evitando secuelas graves y prolongadas en el tiempo, el beneficio se multiplica hasta llegar a los 3,4 euros por cada euro destinado a la vacunación.
López Seguí explica que sólo se han tenido en cuenta los ahorros en términos de gasto sanitario. Si a eso se le sumara el impacto positivo de la vacunación sobre otros ámbitos como jornadas laborales perdidas o empleos destruídos todavía habría que hablar de un beneficio mayor.
Dice nuestro interlocutor que ésta no es desde luego la principal razón para vacunarse, pero sí un argumento más para entender hasta qué punto salimos todos beneficiados del proceso de inmunización.
