Murcia, 12 siglos con corazón. Abderramán II
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Abderramán II, hijo de Al Hakam, nació en Toledo en el año 792 y fue el primer emir omeya independiente de Córdoba. Aunque su etapa al frente del emirato, desde el punto de vista puramente político, no tuvo la trascendencia de otros gobiernos, sí fue fructífero en términos de prosperidad y bienestar: tal es así, que los cronistas árabes coincidieron en señalar aquellos años como los más felices de al-Andalus, y llegaron a calificar su mandato como ‘luna de miel’. Se da la circunstancia, además, de que su periodo al frente del emirato es uno de los mejor documentados. Sabemos que Abderramán II representó un cambio radical en muchos aspectos: consolidó las estructuras administrativas, se abrió culturalmente a Oriente, enriqueció financieramente el Estado y fomentó las obras públicas.
Aunque Abderraman II era culto e inteligente, y aunque también dio muestras de resolución y firmeza y llegó a dirigir personalmente varias campañas militares, tampoco ocultó que su principal objetivo en la vida era disfrutar de todo tipo de placeres, delegando en otros las tareas más farragosas. A la edad de 33 años, cuando llevaba tres al frente del emirato, fundó la ciudad de Murcia. Fue el domingo 25 de junio del año 825.