Murcia, 12 siglos con corazón. Azud de la Contraparada
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Contraparada es el nombre que recibe hoy un elemento patrimonial esencial para entender la existencia de Murcia y de su huerta, y cuya posible datación original se remonta al siglo IX: nos referimos al azud que construyeron los musulmanes en un paraje estratégico del río Segura, quince kilómetros aguas arriba de la ciudad, auténtica llave del sistema de riego. La palabra ‘azud’ proviene del árabe ‘saad’ y significa ‘presa’ o ‘muro de contención’. Los materiales en que se realizaron los primeros azudes fueron la tierra y el barro, antes de que evolucionaran mediante la mampostería, losas planas de piedra y otros materiales más resistentes.
Con la construcción del azud de la Contraparada, los musulmanes levantaron una barrera en un lugar estrecho del paso del caudal del río. Dicho muro frenaría las aguas y las haría subir hasta el nivel en el cual abrieron las dos acequias más importantes: la acequia mayor del norte, llamada Aljufía, y la acequia mayor de mediodía, llamada Alquibla. El azud y las dos acequias mayores responden al ambicioso objetivo de hacer habitable el entorno del río, aprovechar la fertilidad del terreno y la bondad del clima, y poner en cultivo un amplio espacio antes inhabitable por las crecidas del Segura y de su afluente Guadalentín. La ciudad de Murcia fue posible gracias a la Contraparada, y la Contraparada se construyó por y para la ciudad de Murcia. Ciudad, huerta y río son elementos inseparables.