El informe anual refleja que los casos de conducta suicida en niños y adolescentes se han multiplicado casi por 35 en una década
La existencia de nuestros jóvenes se torna cada vez más complicada a tenor de lo que arrojan las estadísticas. Según el último informe correspondiente a 2022 elaborado por la Fundación ANAR, el año pasado, 2.781 niños y adolescentes murcianos recurrieron a ellos por alguna situación de riesgo. Lo hicieron a través de sus teléfonos y chats de ayuda. En el conjunto del país las solicitudes de ayuda rondaban las 218.000. Cada vez más jóvenes recurren a este tipo de servicios y las conclusiones que se obtienen del análisis de los datos es desalentador: los casos de conducta suicida en niños y adolescentes se han multiplicado casi por 35 en una década.
Esa tendencia al alza se ha acrecentado desde el inicio de la crisis sanitaria a esta parte. La conducta suicida se ha convertido en el principal motivo de consulta a la Fundación ANAR de los menores de edad por primera vez en las 3 décadas de existencia de esta línea de ayuda.
En términos relativos, este tipo de ideas suponen el 17,5% de las atenciones. Les siguen por frecuencia los problemas psicológicos a los que se refiere el 16,6% de avisos, y casi el 10 % que suponen las autolesiones. Los expertos avisan de que estos últimos son el primer paso que lleva hacia comportamientos suicidas en muchos casos, según Diana Díaz, Directora de las Líneas de Ayuda de ANAR
Los técnicos de ANAR realizaron 13 intervenciones al día de carácter urgente por situaciones de riesgo y extremas, como intentos de suicidio iniciados, agresiones sexuales o maltrato físico. También tuvieron que derivar a 204 jóvenes al día a recursos profesionales de protección por parte de los departamentos Jurídico y Social de la fundación, según indica Sonsoles Bartolomé, Directora del Departamento Jurídico de ANAR.
En el apartado de salud mental, tras las conductas suicidas, los casos que más crecen entre las peticiones de ayuda son los de baja autoestima, los complejos entre jóvenes, los trastornos de alimentación y los problemas de autoestima. Desde la propia Fundación avisan de cómo el acceso temprano al teléfono móvil puede acabar multiplicando toda esta problemática, según Benjamín Ballesteros, portavoz de la Fundación ANAR.
La Consejería de Educación ya ha puesto el observatorio de la convivencia a disposición del Instituto donde hace unos días un alumno perdía el conocimiento tras enfrentarse a un desafío de la red Tik Tok consistente en autoasfixiarse.
El Consejero Víctor Marín dice que se va a evaluar qué necesidades puede presentar el centro y, sobre todo, se realizará una acción formativa y preventiva. Marín recuerda que la consejería dispone de una serie de protocolos y de acciones formativas para intentar, en la medida de lo posible, detectar estas situaciones peligrosas y adelantarse a ellas.
Los psicólogos saludan estas estrategias de intervención en la comunidad educativa cuando esta atraviesa una situación traumática. La experiencia ayer en ese centro educativo de Cartagena o conductas suicidas en el ámbito escolar pueden llegar a despertar un espíritu de imitación en otros discentes. El psicólogo Raúl Alonso asegura que la posibilidad de que algo así se repita entonces en el mismo entorno se puede llegar a multiplicar por siete.
Las redes sociales son una vía de escape de jóvenes que lo están pasando mal. Los intentos de réplica de estos retos sin medir sus consecuencias responde a la inmediatez que rige la existencia de la jóvenes, creen que las repercusiones de sus actos no trascenderán el "aquí y ahora", según señala este psicólogo. Raúl Alonso dice que no siempre existe una enfermedad mental en el origen de las conductas suicidas sino que estas pueden están impulsadas por malas experiencias que los niños y adolescentes experimentan en su entorno. Este psicólogo invita a desmontar el mito de que si la persona avisa de sus intenciones no acabará suicidándose: esta ecuación no siempre se cumple.
El teléfono de ayuda contra el suicidio es el 024.