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Murcia acogió el mayor centro sanitario de las Brigadas Internacionales en España

Contaba con cuatro hospitales de sangre que acogían un millar de camas y modernas máquinas para tratar a los voluntarios extranjeros heridos en combate que requerían de tratamientos médicos durante largas convalecencias

JAVIER RAMÍREZ
19 FEB 2023 - 17:14
Murcia acogió el mayor centro sanitario de las Brigadas Internacionales en España
Marzo- abril de 1937. De izquierda a derecha Bert Overton, Aaron Harris y Robert Merriman. De la XV Brigada Internacional
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Murcia acogió el mayor centro sanitario de las Brigadas Internacionales en España
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EUROPA PRESS/ J. RAMÍREZ

Así lo pone de manifiesto la última investigación desarrollada por la Asociación Tenemos Memoria-Murcia, con informes y datos provenientes del Archivo de Salamanca y del Archivo Soviético, así como de millares de documentos y datos personales recogidos en el Sistema de Información Digital sobre las Brigadas Internacionales (SIDBRINT), dependiente de la Universidad de Barcelona. 

Murcia no fue escenario de ninguna gran batalla de la Guerra Civil, sin embargo su papel durante el conflicto tuvo una enorme trascendencia. Su condición de ciudad de retaguardia y la disposición de espaciosos y cómodos edificios hicieron que la Central del Servicio Sanitario Internacional, con sede en París, eligiera Murcia para abrir cuatro hospitales, de los que tres de ellos se ubicaron en edificios aun existentes.

El primero de los centros llevaba el apodo por el que se conocía a Dolores Ibárruri, líder del Partido Comunista de España, y fue instalado en el lugar que en la actualidad ocupa el instituto Licenciado Francisco Cascales. Por su parte, el 'Federica Montseny' fue el hospital más grande y mejor equipado de todos. Estaba ubicado en el Claustro del Campus de La Merced de la Universidad de Murcia y entre sus muros se hallaban un taller de prótesis, un servicio de radiología y varios quirófanos, además de un espacio dedicado al descanso del personal sanitario, conformado por al menos 130 profesionales extranjeros.

Otro de los hospitales llevó el nombre del escritor francés Paul Vaillant-Couturier, fundador del Partido Comunista Francés, aunque el edificio fue conocido en un principio como 'Radio' porque antes de la guerra acogió una clínica de radiología. Estaba en un inmueble ya inexistente del Plano de San Francisco, también en el corazón de la ciudad, que tras la contienda fue sede de la Falange y de Radio Juventud. Por último, el hospital 'Comandante Dubois', llamado así por el jefe de Sanidad de la XIV Brigada, y también conocido como 'Casa Roja', estaba situado frente al Casino de Murcia, en la calle Trapería, y era el único de los cuatro en el que todas las habitaciones disponían de agua corriente porque fue concebido como hotel. De hecho, tras la guerra se convirtió en el hotel Padrón. 

Los heridos llegaban hasta Murcia por tren. Una vez en la estación de El Carmen, un equipo médico los reconocía y destinaba a uno u otro hospital en función de sus heridas. Algunos de ellos, estaban tan avanzados que contaban con servicio de neurocirugía o capacidad para producir prótesis. Entre los heridos registrados en el complejo sanitario de Murcia, y más concretamente en el hospital 'Federica Montseny', se encontraba el artista, músico, pintor y cantante Bartholomeus van der Schelling, nacido en Róterdam (Países Bajos), y autor de una de las canciones más populares de la Guerra Civil "Viva la quince brigada", conocida tanto dentro como fuera de España, aunque reconvertida a viva la quinta brigada por un error de traducción. Fue en Murcia donde la compuso durante su recuperación.

A los brigadistas, había que añadir los refugiados que llegaron desde otras partes del país y a los que había que recoger y cuidar. Son los casos de los refugiados de Madrid o la famosa "desbandá" malagueña. Era tal la actividad, que en aquellos días en la ciudad había hasta siete centros hospitalarios que obligaron a las autoridades a contratar cuidadoras

La presidenta de la Asociación Tenemos Memoria Murcia, Mercedes Nicolás explica que la ciudad notó la presencia de todas estas personas en unos meses frenéticos en los que los vecinos tuvieron que adaptarse a su nueva realidad en la que los soldados hablaban decenas de idiomas, desconocidos para la mayoría y llenaban cafés y plazas.

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