La organización ecologista presenta el informe "El verdadero precio de los alimentos. La cara oculta de la agroindustria en la península ibérica"
El Mar Menor vive desde 2016, el año de la sopa verde, en estado de "precolapso permanente" y de no reducirse la actividad agroindustrial, llegará a colapsar del todo. Es lo que sostiene Ecologistas en Acción que ha presentado este jueves el informe titulado "El verdadero precio de los alimentos. La cara oculta de la agroindustria", con el que se presentan los valores ecológicos y sociales de tres ecosistemas y una provincia amenazados por la agroindustria.
Son cuatro las zonas que han analizado en este trabajo que pone de relieve la necesidad de acabar con vertidos, reducir los regadíos y el uso de fertilizantes. Las lagunas costeras del Mar Menor (Región de Murcia), Doñana (Huelva y Sevilla) y L’Albufera (València)— así como la provincia entera de Almería son los lugares estudiados donde Ecologistas concluye que "el modelo agrario hiperintensivo tiene repercusiones socioambientales muy negativas".
En el caso del Mar Menor, esta organización asegura que la agroindustria es la responsable directa de la situación actual y que, de no modificarse, acabará generando "un punto de no retorno", según ha señalado Natalia Llorente, portavoz de Ecologistas en Acción.
Todo se podría resumir, según Llorente, en el cumplimiento de la ley que "sistemáticamente se ha venido soslayando". También en la falta de una estrategia global para toda la comarca que centra su modo de vida en la agricultura intensiva. El propio sistema agroindustrial está también en riesgo con todo lo que conllevará en materia de empleo, según este informe, que recuerda que a pesar de los altos rendimientos del sector, la agricultura industrial crea, sobre todo, empleos precarios. Así, según los datos sobre la distribución de la renta, las economías provinciales basadas en la agricultura industrial "ocupan los últimos puestos en la clasificación de la renta".
Además señala la vulneración de los derechos humanos de las miles de personas trabajadoras por cuenta ajena, en su mayoría jornaleras/os migrantes en situación de vulnerabilidad. “Son personas que llegan a trabajar en condiciones de semiesclavitud y malviven en asentamientos sin las más mínimas condiciones de habitabilidad, cuyos derechos laborales son negados para poder mantener los márgenes de beneficio en un mercado global que cada vez presiona más”, añade Llorente.
Los casos analizados, además del Mar Menor, han sido la provincia de Almería, la Albufera de Valencia y el entorno de Doñana. Mal precedente éste último que ya colapsó con una sopa verde en los años 80 y no se ha terminado de recuperar. Se suman a todo esto los precios ficticios de muchos productos que no tienen en cuenta los costes ambientales y sociales. Y aquí el consumidor también tiene mucho que decir siendo responsable a la hora de comprar. Se puede vivir sin comer fresas en invierno, como ha recordado Elena Alter, miembro de Ecologistas.
Esta organización reitera que es imprescindible transformar el actual modelo agroalimentario global por uno "más sano, justo, sostenible y local".