El presidente de la Confederación del Segura, Mario Urrea, aumenta las restricciones a los regantes de la cuenca ante la falta de recursos en los embalses de cabecera que apenas almacenan 49 hectómetros cúbicos
A menos de una semana de que termine el año hidrológico más seco de la historia y con los embalses de la cuenca en situación dramática, la Comisión Permanente de la Sequía de la Confederación Hidrográfica ha pedido que se aumenten las restricciones al regadío, que apenas podrá utilizar la mitad de los caudales que tiene asignados.
El presidente de Confederación ha conseguido que se aplique un criterio de extrema prudencia ante un escenario desolador en el que apenas nueve hectómetros cúbicos separan a los pantanos de cabecera del Segura del temido nivel de "embalse muerto". Mario Urrea todavía recuerda que hace ahora un año, cuando propuso los primeros recortes, se encontró con la oposición de las comunidades de regantes y de los representantes de los gobiernos de Murcia, Valencia y Andalucía. Aquella primera petición de cautela se topó con el voto en contra, por ejemplo, de la consejera de Agricultura Sara Rubira. Hoy Urrea reclamaba no volver a incurrir en los errores del pasado.
Es pura gestión de la escasez: para el próximo año hidrológico, desde el martes que viene, uno de octubre, a finales de septiembre de 2025, el desembalse máximo será de 210 hectómetros cúbicos, que son cien menos de los que se han podido utilizar en este ejercicio. Y las prioridades de uso están muy claras: ese agua debe emplearse en primer lugar para garantizar el abastecimiento humano; luego para asegurar el caudal ecológico del Segura y sólo en último lugar para el riego. No son propuestas aleatorias sino que, como explicaba Mario Urrea, ya estaban previstas en el plan de cuenca.
Como también está prevista en el plan la progresiva activación de la batería de pozos de sequía. Los del Sinclinal de Calasparra ya están en uso, y Confederación sólo aguarda a que se publique en el Boletín Oficial del Estado la declaración de impacto ambiental positiva ya concedida, para poner en marcha los pozos de la Vega Media.
Ni las zonas regables del Trasvase ni el abastecimiento a la población van a sufrir problemas de suministro. Sí los van a tener que afrontar los responsables de tres tomas ilegales en la cuenca. Se ha detectado una descarga de agua irregular que terminará, si así lo determina un expediente administrativo, con una sanción económica. Ahora, con las nuevas restricciones, insiste el presidente de la confederación, no hay recursos para asegurar los cultivos de invierno pero decide el agricultor, que debe tener muy claro que cuando el agua se acabe, se precintara la toma.
Si hace un año la consejera Rubira votaba en contra de las primeras restricciones, este miércoles dice entender estas medidas, aunque insiste en que la solución a futuro debe pasar por una mayor planificación que incluya más trasvases porque, a su juicio, en España se puede traer agua de donde sobra a las cuencas deficitarias.
Los regantes de la cuenca habían planteado una posibilidad para tratar de amortiguar estas restricciones: querían que los regantes del trasvase les prestaran una pequeña parte de sus recursos para cubrir sus necesidades hasta noviembre, teniendo en cuenta que la buena situación de los embalses de cabecera del Tajo asegura las aportaciones al acueducto al menos durante los próximos seis meses. El Sindicato Central de Regantes ya anticipó que no estaban dispuestos a ese préstamo y este miércoles Confederación ha ratificado que no actuará de oficio porque sería "desvestir un santo, para vestir otro".
El presidente de la Junta de Central de Regantes, Isidoro Ruiz, que planteó hace unos días esa posibilidad de un préstamo de agua del trasvase, asegura que finalmente esta idea no se ha puesto sobre la mesa, porque la situación actual de la cabecera del Tajo es también insuficiente.
Lo que sí asegura Ruiz que han planteado es que se mantuvieran las restricciones actuales hasta diciembre ya que afirma hay agua suficiente para llevar a término las cosechas actuales, sin embargo, se queja de que no se les han escuchado.
Ante estas restricciones más drásticas, Ruiz afirma que sólo existe la posibilidad de mantener el arbolado y de reducir la superficie para las hortalizas.