La televisión e Internet son los principales medios de información que consultan los menores, según la investigación de Save the Children sobre desinformación
JUDIT LÓPEZ PICAZO
La mitad de adolescentes españoles reconoce no saber identificar si una noticias es falsa. Y uno de cada cuatro ni se plantea contrastar la información que consume, que no es poca, pues nueve de cada diez están permanentemente conectados a Internet.
El 60 % de los jóvenes menores de edad en España apuestan por la televisión y las redes sociales como medios para informarse, aunque la principal vía son los familiares y amigos, en un 72 % de los casos. La prensa digital obtiene un 32 %, la radio un 9 % y la prensa en papel un 5 %.
Aunque un 60 % elija las redes sociales, la mayoría reconocen que sólo son fuentes fiables en determinadas ocasiones, con diferencias notables por género: un 23 % de los chicos considera que son fuentes plenamente fiables, frente al 9 % de las chicas.
Estos son los principales resultados de la investigación de Save the Children sobre desinformación y exposición de los menores a discursos de odio en el entorno digital. El estudio aporta datos "preocupantes", según Catalina Perazzo, directora de Incidencia Política y Social de la ONG, más aún cuando se complementan con los hallazgos de un estudio anterior de la misma organización.
El anterior informe, publicado a principios de agosto, revela que los menores empiezan cada vez antes sus andaduras en la red: el 30 % antes de los 10 años y el 60% antes de los 11. Además, Save the Children señalaba una "clara relación" entre una exposición temprana y un mayor uso, pues el 25% de adolescentes que reconocieron pasar más de cuatro horas al día en internet son aquellos que comenzaron a utilizarlo antes de los 10 años.
Con las redes sociales como forma de socialización, nueve de cada diez adolescentes están conectados a internet de forma continua, y un tercio sabe cómo eludir controles parentales.
Con tantas horas de conexión y un acceso sin filtros a los contenidos, reciben una ingente cantidad de información que, para el 51 %, puede no ser tan fácil identificar si es real o no. Es más, al 25 % ni siquiera le importa, pues no se plantea contrastarla. Y a los que les importa, en un 56 % de los casos recurren a familiares y amigos para comprobar su veracidad.
"Nos preocupa que estos familiares y amigos también se estén informando a través de las mismas fuentes, lo que podría crear un efecto burbuja y ampliar el riesgo de perpetuar información falsa", alerta Perazzo.
Las redes ofrecen un entorno irreal, o parcialmente real, e idealizado. Pero, por mucho que reflejen nuestro mundo, no lo es. Perazzo advierte que "la deshumanización caracteriza a menudo las relaciones en el mundo digital y provoca comportamientos que no se tendrían en el entorno físico".
Este escenario afecta más a las jóvenes, más expuestas a los prejuicios en salud mental que pueden acarrear los estándares de belleza, como trastornos de conducta o autolesiones. Además, las chicas son las destinatarias de los discursos de odio que niegan la violencia de género, lo que convierte el entorno digital en un espacio más hostil para ellas. Pero los discursos de odio van más allá de las cuestiones de género y también perpetúan estereotipos racistas y homófobos. Y el principal blanco son los chicos jóvenes.
En las transmisiones en directo, son ellos los que suelen tener más seguidores y adoptar conductas de riesgo, tales como aludir a la pornografía, banalizar el consumo de drogas o promover actitudes de acoso. Por el contrario, ellas se enfrentan a menudo con ataques en redes sociales por defender a víctimas de abusos, visibilizar malos tratos de una expareja o por no cumplir con ciertos estereotipos estéticos, entre otros motivos.
Es por estas diferencias que desde Save the Children apuestan por educar a los menores en un uso responsable y seguro de internet, y ofrecerles las herramientas de verificación necesarias, pero también inciden en la importancia de educar en igualdad y combatir los estereotipos de género.