"La pobreza es un marcador de riesgo de obesidad"

Los niveles de pobreza van unidos a otro fenómeno del que hablamos mucho porque se celebra su día Mundial: la obesidad. Las regiones más pobres son también las que presentan tasas más altas de obesidad, así que estamos ante un problema de salud que tiene su raiz en la situación social y económica. El pediatra Juan José Vigueras, coordinador clínico del plan de detección y prevención de la obesidad infantil, explica que hoy una familia sin recursos tiene mucho más fácil acceder a alimentos hipercalóricos que a una alimentación sana, que resulta notablemente más cara.

Pero la pobreza no sólo limita las posibilidades de acceso a alimentos saludables. También impone hábitos de vida que favorecen el desarrollo de la obesidad. Una familia que trabaja todo el día y no puede dedicar tiempo a sus hijos, está creando unas condiciones en las que hay más probabilidad de que los niños tengan conductas sedentarias y pasen mucho tiempo pegados a una pantalla. La falta de recursos también limita el acceso, por ejemplo, a actividad deportiva. Y las políticas públicas tienen mucho que decir para compensar esa situación. Sería una buena alternativa, por ejemplo, que las pistas deportivas de los colegios estuvieran abiertas por la tarde, pero eso no ocurre.

No es un buen negocio. Económicamente no es rentable ahorrar en prevención: una familia pobre es, dice Vigueras, "carne de cañón" para que sus hijos desarrollen problemas de obesidad. Y un niño obeso tiene muchas probabilidades de convertirse en un adulto enfermo, con patologías crónicas que tienen un coste muy elevado.

Para evitar la obesidad es imprescindible adoptar hábitos de vida saludables. Por eso es tan difícil corregir el problema en un adulto que ya tiene sus propias rutinas, y por eso es tan importante actuar lo antes posible. Hay incluso programas experimentales que trabajan con las madres durante el embarazo pero, en general, podríamos decir que el mejor momento para intervenir es alrededor de los dos o tres años.