La vuelta a la rutina, tras el verano, supone un cambio de hábitos, según los expertos
JAVIER BASTIDA
El final de agosto significa, en la mayoría de la población, el término de las vacaciones y la vuelta a la rutina. Todo esto se traduce en un cambio, a marchas forzadas, de nuestros hábitos estivales si no queremos hacer de nuestra primera semana de vuelta a la "normalidad" un auténtico suplicio.
Por un lado, apurar las vacaciones hasta el último día y no cambiar nuestros hábitos hasta la vuelta al trabajo o, por el contrario, empezar a ganarles cada día minutos al reloj de tal forma, que nos vayamos aproximando cada vez un poco más a lo que va a ser nuestro horario habitual. Juan Antonio Madrid, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia y miembro de la Sociedad Española de Sueño, recomienda la opción por la que decantarse.
Precisamente sobre la siesta, Madrid, alerta de los peligros que entraña para la salud una de larga duración. El catedrático, asegura, que "el calor de verano podría ser una excusa para disfrutar de ese reposo prolongado de después de comer. Sin embargo, apunta que para el inicio de septiembre se debe recortar considerablemente la duración de la siesta o incluso omitirla".
Juan Antonio Madrid declara que, en el caso de niños y jóvenes, "el cambio es más díficil debido a que en la infancia y adolescencia es muy fácil acostarse tarde y levantarse, también, tarde". Asegura Madrid que para ellos, todo lo contrario les resulta enormemente complicado. Para amortiguar esta transición, el catedrático ha sugerido adelantar los horarios de una forma lo más natural posible, con el fin de que los niños reciban la mayor cantidad de luz natural posible durante el día. De cara a la noche, Madrid recomienda "desactivar el cerebro" reduciendo la exposición a pantallas