Lo recoge un informe publicado este miércoles por una compañía de tecnología educativa que asegura que casi un tercio de alumnos de 15 años no están en el curso que les corresponde por edad
Un informe publicado hoy por una compañía de tecnología educativa calcula en casi 5.000 millones de euros el sobrecoste económico que el fracaso escolar y el abandono educativo temprano tuvo para nuestro país durante el curso pasado. Ese mismo informe señala a la Región de Murcia como la comunidad autónoma con peores resultados en estos indicadores: uno de cada cinco alumnos abandonó la ESO sin haber obtenido el título, y un porcentaje casi idéntico de toda la población de entre 18 y 24 años dejó los estudios de manera temprana.
Todavía son más, cerca de un tercio del total, los alumnos de 15 años que no están en el curso que les corresponde por edad. Todas estas circunstancias pueden traducirse a coste económico. Por poner solamente un ejemplo, el informe calcula que el coste de que haya más de 175.000 alumnos repitiendo curso en nuestro país puede estimarse en más de 1.200 millones de euros.
El secretario de la federación de Enseñanza de Comisiones en Murcia, Nacho Tornel, dice que estas cifras hacen todavía más difícil de entender por qué el Gobierno regional no apuesta por un verdadero plan de acción para corregir uno de los principales problemas del sistema educativo en nuestra comunidad. Está claro, dic, que los alumnos que no completan su formación son, en términos económicos, el equivalente a una "inversión fallida" y que lo más eficiente sería tratar de hacer rentables los recursos que se destinan a educación:
En su opinión, las medidas puestas en marcha por la Administración Regional para tratar de amortiguar el problema son "demasiado leves", porque todas dependen de la determinación de los equipos directivos y de la voluntad de los alumnos de niveles superiores a los que se pide que actúen como acompañantes de aquellos compañeros que encuentran más dificultades para seguir adelante con sus estudios. Cree Tornel que en el fondo subyace un error de partida, porque llevamos décadas afrontado el fenómeno como si fuera un problema de los alumnos, y no un fallo del sistema educativo.