EL MIRADOR. La entrada al mirador
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Buenas tardes
Hoy es el día del maestro, y la entrada y todo el programa debería estar dedicada a ellos, a esas personas a las que confiamos parte de la educación de nuestros hijos, aunque a algunos se les olvida que solo les confiamos parte, el resto es responsabilidad de los padres y de la sociedad en general. Por algo citaba yo siempre el proverbio africano que dice que “hace falta toda una tribu” para educar a un niño.
En España se celebra el Día del Maestro para los escolares de primaria en honor de San José de Calasanz, un señor que fue sacerdote y pedagogo y al que se considera precursor de la educación moderna. En el siglo XVII fundó la primera escuela cristiana popular y gratuita en Europa, y una de sus preocupaciones era la reforma de la caligrafía y de la ortografía de la lengua castellana. Además, estaba empeñado en que en cada país se utilizase la lengua nacional además del latín, para que vean que 300 años después nos preocupan cosas muy parecidas.
El caso es que yo quería hacer una cosa preciosa para los maestros, porque del black Friday ya van a hablar en todas partes, pero es que, sintiéndolo mucho, no me da el cerebro hoy. A las 4.30 los relámpagos, los truenos y el sonido del agua cayendo sobre los tejados me despertaron y me hicieron pensar en días de los que no queremos acordarnos.
Y, por lo que he podido comprobar, no me ha pasado solo a mí, porque a los murcianos la lluvia fuerte nos quita el sueño y nos mete en el cuerpo miedo y ganas de migas, no sé en qué orden.
Lo del miedo se ha pasado ya, las ganas de migas dependen de cada uno, pero el sueño, ¡ay! Me temo que con sueño vamos a estar hasta la hora de la siesta.
