La entrada al mirador

Buenas tardes, hoy quiero hablarles de bares. 

 

Dicen que cada idioma tiene las palabras que necesitan sus hablantes para describir su mundo, lo que les rodea y en español necesitamos muchas palabras para ese sitio al que vamos a comer y beber: bar, cantina, restaurante, mesón, taberna, tasca, gastrobar, café, cervecería, vinoteca, bodega, bodegón, chiringuito, comedor, merendero… A todos los hemos echado de menos durante el confinamiento. 

 

Los Reincidentes decían en su canción que bares “los hay en todas las esquinas”, “vamos allí a confesar, al psiquiatra o a apagar simplemente nuestra sed”, “Sitio para conversar,

escuela de música” y “también residencia habitual del que huye de la realidad”.

 

Gabinete Caligari cantaba aquello que se ha convertido casi en un refrán: “bares, qué lugares tan gratos para conversar, no hay como el calor del amor en un bar”.

 

Pero no hay solo referencias de roqueros y músicos de todo pelaje, también poetas y escritores han cantado a los bares o los han convertido en su oficina.  Como escribe Juan Tallón: “Cuando todo te parece una mierda, y a lo mejor lo es, o no hallas refugio contra tus fantasmas, o cuando en casa hay demasiado ruido, incluso demasiado silencio, pero necesitas seguir escribiendo, siempre te queda el bar. De hecho, mientras haya infierno y bares cerca, hay esperanza. Nada está bastante perdido si todavía puedes dar un portazo, irte de casa y bajar al café”. 

 

Hay quien critica que en España hayan abierto antes los bares que los colegios, no me voy a meter en ese debate porque lo que quiero es contarles que los bares son parte de nuestra historia, parte de nuestra cultura y nuestra manera de vivir y son fundamentales en nuestra industria más importante: el turismo. Porque se puede considerar que ir de bares es una frivolidad, pero dan trabajo a miles de personas y son imprescindibles en un producto interior bruto que ya nos han dicho que va a tener cifras desastrosas. En todos los bares y restaurantes hemos llorado y hemos celebrado los momentos importantes y no podemos dejarlos ahora en la estacada.

 

Por todos estos motivos y, porque nos gustan, en el mirador vamos a hacer los miércoles un himno a los bares. A los que tienen décadas de solera y no se preocupan de la decoración porque sus parroquianos son fieles siempre, aquellos en los que puedes tomar las tapas que se parecen a las croquetas de tu abuela y los que te ponen delante platos de diseño y se decoran como si fueran escenarios de película. 

 

todos se merecen este homenaje.

 

MARTA FERRERO