MÚSICA DE CONTRABANDO. Entrevista a Kracauer
Este segundo álbum supone una renovación total, hasta el punto de que podrían incluso haber cambiado de nombre y empezar como un nuevo proyecto. Ya su primer disco, “... en la era de la reproducción digital”, constituyó una enorme sorpresa. Entonces Kracauer era solo Juan F. Cerdá. La evolución motivada por los directos, con las incorporaciones de Daniel Cano, Pablo Cerdá y Marcelino Navarro, culminó con una grabación y producción que nada tiene que ver con aquel primer trabajo grabado en casa y fiel al DIY.
“Diferencia y repetición” (título inspirado por el filósofo francés Gilles Deleuze, como el primero por Walter Benjamin) fue grabado, mezclado y producido por Carlos Hernández en El Castillo Alemán, y le ha permitido a Kracauer desarrollar un nuevo sonido, con canciones cortas de expresión catártica, intensa combinación entre episodios repentinos de melodías pop memorables y un cierto caos sónico de subidón espídico y guitarrazos distorsionados lanzados al cielo, que han resultado en disco más pop, más inmediato y más accesible del grupo. Por cierto, la portada es un boceto de Gerhard Richter.
“Diferencia y repetición” supone una sacudida como la que sufrió el mundillo de la música independiente con aquel mítico “Surfer Rosa” que influiría a Nirvana. Es uno de esos discos que hay que escuchar para entender gran parte de la música de hoy, que conserva esa frescura juvenil de cuatro chicos que se divierten haciendo música. Al fin y al cabo, ese es parte del encanto de los grandes discos, y este ofrece momentos especialmente brillantes. Kracauer vienen dispuestos a hacer saltar el cerebro de los que quieran dejarse, con la aparente locura alegre que disparan en sus canciones.