Un libro para un estado 17/12/2024
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LIBROS PARA NAVIDAD
No sé si en Navidad leemos más, Alejo, pero estoy seguro de que visitamos más librerías. A mí me gusta detenerme en el escaparate, comprobar cómo crecen los títulos entre las bolas del árbol, como copos de nieve caídos, a través del vaho del cristal. Estos días echamos el ojo a las lecturas que nos acompañarán durante el año. Algunas las dejaremos para el verano y serán una promesa de entretenimiento, una cita que se prolongará en el otoño. En Navidad, como hormigas lectoras, llenamos nuestra biblioteca de futuras historias.
Desconozco qué libros me traerán los Reyes este año. Yo ya he ido dejando alguna pista en forma de carta, de miradas indiscretas a la contraportada. Quien me conoce bien sabe lo fácil que es acertar conmigo. Vengo de una estirpe que regala muchos libros. Mis recuerdos de la infancia, junto a los calcetines y los juguetes, están compuestos de libros. Es el último paquete en abrirse, el que se queda, desvelado, encima de la mesa durante semanas, antes de encontrar su espacio en la biblioteca.
Regalar libros se convierte en una tradición, Alejo. Mi padre, para su aniversario de bodas, para Navidad, entrega el último título de Isabel Allende a mi madre. Esta le devuelve el gesto con la novela de turno de Pérez Reverte. Son dos formas distintas de entender la vida, tal vez, pero es un gesto hermoso que se extiende por el tiempo. A mi mujer intento sorprenderla con algún título de filosofía y ella con alguno sobre la II Guerra Mundial y el Holocausto. Como ves, mis gustos son trágicos.
Por eso, hoy me gustaría, más que pensar en los libros que leeremos, fijarnos en los que nos han regalado.