Un libro para un estado 19/11/2024
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ROMA SIN GLADIADORES
El cine también necesita de la melancolía, Alejo. El cine y la pasta que generan las salas de cine llenas. Me recuerdo hace más de veinte años yendo al antiguo multicine San Diego de Lorca para ver Gladiator. Por aquellos tiempos, yo ya era un apasionado de la historia antigua. Me gustaba, de tarde en tarde, colarme en una de esas aventuras griegas en las que unos pocos soldados vencían a todo un imperio persa, o acompañar a Odiseo por sus cientos de naufragios. El mundo clásico es una patria sentimental en la que nos identificamos muchos. Un antídoto contra la soledad, porque siempre tendremos de nuestro lado a Eneas, a César cruzando el Rubicón, a los dioses Manes iluminando los caminos de nuestro hogar.
Hoy la gente, como hace veinte años, acude de nuevo al cine para ver una de romanos. Van directos a la desilusión, al desencanto, porque Gladiator 2 no está a la altura, dicen los críticos, no ya de una época (eso sería imposible) sino de tres horas sentado en una butaca. Pero reclamo desde aquí el buen arte para hablar del mundo clásico, para contar historias que nos siguen golpeando el alma y componen nuestro día a día.
Por eso me rebelo contra la superficialidad, contra la industria más que el arte, y a pesar de los gladiadores usurpadores de la historia, hoy escojo tres volúmenes de mi biblioteca. Los tres llevan impreso el aroma de Roma.