El tenista murciano se enfrenta esta madrugada (hacia las tres de la mañana, Movistar) a Alexander Zverev en los cuartos de final del US Open
GREGORIO LEÓN. Nueva York
El calor tropical también está jugando el US Open. Nueva York es una isla abrazada por dos ríos, el Hudson y el East River. Y es la humedad que desprende este último la que está bañando Flushing Meadows y conduciendo a los jugadores a unas condiciones extremas. Para este miércoles la predicción marca el día más abrasador del torneo, con una sensación térmica que rozará los cuarenta grados. Es un elemento nuevo que deberá gestionar Carlos Alcaraz. Un bajón por deshidratación, músculos acalambrados... pueden alterar el guion trazado.
La joya de Murcia es supersticiosa. De la misma forma que usó el mismo gorro de pescador en Wimbledon, que tan buen resultado le dio, aquí en su hotel de Manhattan el plan de trabajo imita al del año pasado, el que lo entronizó como el número 1 más joven del mundo. Ese plan descarta entrenamiento el día antes de jugar. Y dedica las horas a trabajos específicos de recuperación física, siempre en las manos del mago Juanjo Moreno, y también a ejercer de turista. En 2022 tocó Central Park. Este, dar un paseo por Brooklyn.
Y así se ha plantado otra vez en cuartos de final, éxito que también ha convertido en rutina. Su secuencia de resultados en Nueva York ha hecho palidecer incluso un registro que parecía sólido como un menhir: las catorce victorias y solo una derrota de Arthur Ashe. El murciano ya lleva una más. Y no se quiere quedar ahí. Pero deberá adoptar todas las precauciones ante un Alexander Zverev que hizo descarrilar a Jannik Sinner después de un duelo de titanes, y que ha proclamado abiertamente: "Ya estoy de vuelta".
Llega más descansado Carlos Alcaraz, cuyos partidos se han resuelto en poco más de dos horas, en su cita más larga, la que tuvo con Daniel Evans. Pero a esa obviedad se opone un dato: en el último partido de Grand Slam en el que cruzaron sus caminos, el alemán sonrió. Fue en Roland Garros. Carlitos deberá desplegar todos sus talentos y capacidades para ganarse el billete de las semifinales, donde ya está Novak Djokovic, transitando por un camino asfaltado, sin sobresalto alguno.
El partido se jugará a las tres de la madrugada (nueve de la noche, hora local). La pista principal del US Open estará repleta de público, preparada para volver a casa ya al día siguiente. Se prevé un litigio duro, en el que aventurar un pronóstico es una tarea de riesgo.
