El tenista murciano derrota a Jannik Sinner (7-6 y 6-3) y jugará este domingo (doce de la noche, Movistar) la final de Indian Wells, ante el ruso Medvedev. Si la gana, será de nuevo número 1 del mundo.
GREGORIO LEÓN
Carlos Alcaraz se ha hecho adulto. El chaval con acné en la cara que no controlaba las emociones, que lloraba en París-Bercy refugiado en su toalla porque había encajado dieciocho puntos seguidos, se ha transformado en un tenista plenamente maduro, con una fortaleza mental que ha agregado a su singular talento para hacerlo un campeón que este domingo podría ser de nuevo número 1 del mundo. El calibre de su rival en las semifinales de Indian Wells le exigía su mejor versión. Lo comprobó en el US Open, en un partido memorable que ha ingresado en la historia del tenis. Y también en Wimbledon, con desenlace distinto. Y en efecto, Jannik Sinner lo acorraló en el primer set. Pero ahí, cuando el horizonte se pobló de nubes negras, apareció la personalidad del jugador de El Palmar, haciendo uso de los consejos que le dio Juan Carlos Ferrero desde el palco. La joya de Murcia se planta en otra final, undécima de su carrera y la tercera consecutiva de su gira americana de 2023. Le espera Daniil Medvedev, que lleva diecinueve triunfos consecutivos. Carlitos se/nos regala otra final.
Fue el primer set contradictorio. La primera ruptura de servicio de Carlitos parecía marcar el camino. Pero empezó a acumular errores, fallando golpes inexplicables con su derecha, y se vio obligado a salvar una bola de set. "Háblate, háblate", le decía Juan Carlos Ferrero. "Recuerda el tenis que has hecho toda la semana", le insistía, para reconducir a su pupilo. En el 'tie-break', rehabilitado, también se aprovechó de los errores de Sinner para cerrar la manga con un 'winner' de revés.
Después de haber vivido esa emoción extrema, al límite, el murciano se soltó en el segundo capítulo de la cita. Y no tardó en hacerle un 'break' a su oponente. Ya sin el corsé, regaló un punto, cerrado con un globo espectacular, que puso en pie a los aficionados, algunos tan insignes como la actriz Charlize Theron o la cantante Pink. Con un porcentaje de primeros servicios que se acercaba al 80 por 100 y haciendo magia con la derecha, el partido ya no se le podía escapar a Carlos Alcaraz. Los esfuerzos de un valiente Sinner por forzar el tercer set de desempate quedaron en grado de tentativa. Las puertas de otra final se abrían de par en par para la joya de Murcia.
