La ceheginera, la gran favorita, arrasó en los primeros test aunque "no siento mucho la presión". Asegura que no tiene "ninguna espina clavada con Moto 3" y que "nunca pensé en retirarme. Las lesiones son parte de esto"
Todos los focos apuntan a Ana Carrasco. La piloto ceheginera, campeona del Mundo de Superbikes en la categoría SuperSport 300 en 2018, es la gran favorita a ganar el primer Mundial Femenino. Sus registros en el primer test oficial de la temporada en Cremona le dejaron con 1:41:446 (más de medio segundo por delante de la segunda, Roberta Ponziali) y Carrasco se ve preparada para todo: "Salió todo muy bien. Además estoy muy contenta con mi equipo (Evan Bros). No siento una presión especial, es una aventura nueva para todas. Pero mi mentalidad es la de ganar el campeonato. Me veo lo suficientemente rápida para lograrlo. Pero no hay competición fácil y el nivel irá subiendo conforme se den las carreras".
Al ser una competición nueva, la motocicleta es standard, la Yamaha R7, "que es algo superior a la SuperSport 300 y que servirá para unificarnos a todas las que venimos de diferentes competiciones. Será fácil adaptarnos. De cara al futuro sería bueno que lleguen más escuderías y fabricantes, como en SuperBikes o en el Mundial de Moto 3". Carrasco insiste en que "podemos competir juntos hombres y mujeres, en igualdad de condiciones" por lo que no sabe si este campeonato femenino servirá de trampolín para que las pilotos prueben en competiciones masculinas (como hacía Ana Carrasco estos años) o para hacer carrera en este nuevo Mundial.
La ceheginera afirma "no tener ninguna espina pendiente con Moto 3. Fue una etapa difícil, con malos resultados, pero con buenas sensaciones. Trabajé muy bien, pero no se puede llegar y besar el santo". A pesar de estos números, Carrasco defiende que "ahora soy mejor piloto que cuando gané el Mundial de SuperSport 300 en 2018" y confiesa que a pesar de las graves lesiones de espalda y tibia y peroné "nunca me planteé la retirada. Las lesiones son parte de este deporte".
