la Federación Española de Fútbol valora llevarse la Supercopa de fútbol sala a Arabia Saudí. El órgano que preside Rafael Louzán someterá la propuesta a la consideración de los clubes.
GREGORIO LEÓN
Arabia es capaz de comprarse todos los lujos. Allí juegan Cristiano Ronaldo y Benzema. Su dinero ha permitido fichar a Rafa Nadal como embajador. La Supercopa de fútbol ya está allí, consolidada. Luis Rubiales cerró un acuerdo perjudicial para las aficiones de los equipos participantes, que se veían obligadas a hacer miles de kilómetros para ver a sus futbolistas, pero rentable en términos económicos. Y el nuevo presidente, Rafael Louzán, ya con el camino despejado tras el auto dictado hace unos días por el Tribunal Supremo, que dejó sin efecto su condena por prevaricación, mantiene la misma hoja de ruta. En Arabia está el dinero, y parte de ese dinero podría derivarse, como está ocurriendo en estos momentos, al fútbol más desasistido, de la Segunda RFEF para abajo.
Louzán no pretende limitarse a sostener la Supercopa de fútbol masculina, y quiere ampliar el radio para que también Arabia sea sede de la femenina, y abriéndolo aún más, que acoja la Supercopa de fútbol sala. Los dos equipos de la Región, Jimbee y ElPozo, están al acecho. Ambos ya jugaron la última edición de este torneo, que volvió a coronar al cuadro cartagenero, que tiene ya el derecho adquirido para concursar en la Supercopa 2026. Y podría viajar a Arabia, porque la intención de la Federación Española es la que mover ya geográficamente la competición para el año que viene. En cualquier caso, desde Las Rozas, con el presidente del Comité Nacional de Fútbol Sala José Miguel Monje a la cabeza, son prudentes y van a someter a la consideración de los clubes esta posibilidad, para que sean ellos los que se manifiesten. Las contras y los pros son análogos a los del fútbol: difícil movilización de aficiones contra ingresos cuantiosos.
Además de Arabia, otros países se han mostrado interesados en ser sede de la Supercopa de fútbol sala.
