El presidente del Real Murcia explora la vía diplomática para resolver el conflicto sobre la propiedad del club, enquistado desde 2018.
GREGORIO LEÓN
Cristiano Ronaldo y Messi se disputaban el cetro de mejor jugador del mundo, desplegando su talento por los prados de la liga española. La mascarilla era cosa de los profesionales de la medicina. Pedro Acosta y Carlos Alcaraz eran niños. Pero ya estaba en disputa la propiedad del Real Murcia. ¿Mauricio García de la Vega? ¿Raúl Moro? ¿Francisco Tornel? El conflicto, hasta ahora irresoluble, ha hecho impredecible el futuro de la entidad, sujeto a mil incógnitas. Tornel eligió la respuesta jurídica a las demandas planteadas por el mexicano. Varios autos judiciales le dieron victorias parciales. Pero una resolución del pasado mes de febrero, dictada por la Audiencia Provincial respecto a la primera ampliación de capital, hizo que cambiara la dirección del viento. El Murcia presentó una querella criminal contra el mexicano, por supuesta administración desleal y apropiación indebida. La partida se seguía jugando, incorporando un elemento más: el Código Penal.
Agustín Ramos, sin perjuicio de lo que puedan determinar los tribunales administradores de justicia sobre las causas planteadas, ha empezado a explorar la vía diplomática. El pasado 4 de noviembre se citó con Mauricio García de la Vega, en Murcia. El empresario de Abarán persigue un acuerdo amistoso. El mexicano insiste en que sus diferencias no son con el Murcia ni con Ramos, sino con Tornel. Y está abierto a alcanzar un punto de convergencia. No será sencillo. El equilibrio en el reparto de cuotas de poder requerirá algo más que una calculadora. De momento, Ramos y García de la Vega ya se han tomado el primer café.
