El equipo de gobierno de la entidad grana, una vez escuchada la opinión de Manolo Molina, le da un voto de confianza al entrenador. Si pierde en Puertollano, podría ser despedido.
GREGORIO LEÓN
Mente fría en momento caliente. Así quiere conducirse el Consejo de Administración del Real Murcia ante la primera crisis de la temporada. La magnitud de la derrota en Alicante ha enfrentado al equipo de gobierno a la gran disyuntiva: sacrificar o no al entrenador. "Tenemos que actuar con tranquilidad. Preocuparse sí, pero alarmarse, no. Debemos darle una oportunidad al entrenador, reactivar anímicamente a los jugadores, y esperar la reacción en Puertollano", sostiene uno de los principales accionistas de la entidad, figura prominente en el Murcia desde 2018. En esa misma línea de pensamiento se inscribe el presidente Agustín Ramos. No quiere dar un paso en falso, y menos en un asunto de tal calado.
La reunión del Consejo de Administración de este lunes tenía como gran asunto del día la preparación de la junta de accionistas del próximo mes. Pero el desastre del Rico Pérez dejó eso en un segundo plano. Los directivos han escuchado a Manolo Molina, convocado expresamente para que expusiera su parecer. Y el director deportivo ha defendido la figura del entrenador, destacando que solo se han producido tres derrotas en toda la temporada, y que el equipo firmó una muy buena primera parte en Alicante. El diagnóstico de Molina se escribe con letra muy clara: no es un problema de banquillo, sino de mejora en los elementos de que actualmente dispone el entrenador. A juicio del director deportivo, la enflaquecida economía grana recortó su margen de maniobra en verano. Por eso ahora es preciso implementar medidas correctoras.
El Real Murcia ya prepara tres fichajes. De categoría, se asegura desde la zona noble del Enrique Roca. Y así lo ha transmitido Manolo Molina en la reunión del Consejo. El director deportivo trabaja en esa dirección. El club hará un esfuerzo económico excepcional para mejorar la plantilla actual.
