El tenista murciano da una exhibición ante Oscar Otte (3-6, 1-6 y 2-6) y accede por vez primera en su historia a los octavos de final del torneo londinense. Jannik Sinner será su rival el domingo.
GREGORIO LEÓN
Carlos Alcaraz se está llevando los mejores aplausos de Wimbledon. Los aficionados del 'major' de más linaje del tenis asisten en medio de gestos de admiración al espectáculo que en otras pistas ya ha ofrecido el murciano, y que ahora ha llegado a la hierba de resonancias míticas de All England Club. Y hasta un público comedido como el inglés, lejos de las exaltaciones de otras aficiones del circuito internacional, se está rindiendo al talento del chico de moda, que sigue desplegando su inigualable capacidad de seducción.
Juan Carlos Ferrero sabía que su pupilo iba a crecer progresivamente en Londres. Que poco a poco iba a encontrarse más cómodo en sus movimientos, tan diferentes en hierba. Y a un comienzo titubeante ante Struff le siguió un partido más serio contra Griekspoor. La evolución ha sido natural. Ante Oscar Otte ha firmado su mejor partido en Wimbledon, sin concesión alguna al alemán, inerme para frenar a un huracán.
No era un enemigo de envergadura menor Otte, muy fiable en este curso, valiéndose de un primer saque demoledor, y con especial predilección a una superficie donde despliega sus mejores cualidades. Pero se ha encontrado con una respuesta contundente en el primer juego. Break en blanco para Alcaraz, que ha repetido la experiencia dos veces más. Ni media hora ha tardado Carlitos en liquidar el set.
El segundo ha sido aún más claro. A punto ha estado de hacerle a Otte un rosco. Veintidós winners, catorce con su derecha. Veinte puntos sobre veinticinco ganados en la red. 6-1. Alcaraz ha disfrutado sobre la pista, ejecutando el tenis imparable que le ha conducido a coronarse en Miami, Barcelona o Madrid.
Alcaraz ha seguido apretando a fondo el acelerador. Otra ruptura de servicio en el primer juego del tercer set. Así se ha presentado en el último capítulo del partido. Carlitos ha ofrecido un 87 por 100 de puntos ganados con su primer servicio. La derecha, convertida en martillo pilón, sigue dándole unos réditos extraordinarios en Wimbledon. El domingo le espera un amigo-enemigo: Jannik Sinner. Coetáneos. Y con una ambición que a duras penas pueden gobernar para ser cada día mejores. La aventura continúa. Djokovic espera. Su silueta se ve cada vez con más nitidez, recortada en el horizonte.
