El exdueño del Leganés, que negocia la compra de la parte del Real Murcia que tiene Mauricio G. De la Vega, es un empresario hecho a sí mismo. En Onda Regional nos da más detalles el periodista Santi Duque.
GREGORIO LEÓN
Durante más de una década formó junto a su mujer Victoria un binomio de éxito. El Leganés se coló en los salones aristocráticos del fútbol español, arraigando en la Primera División y protagonizando portadas nacionales, como cuando eliminó al Madrid de Zidane de la Copa del Rey para acceder de forma inopinada a las semifinales. Felipe Moreno estaba en deuda con el pueblo al que llegaron sus padres en la década de los 60 de una España árida, en la que costaba ganar cada peseta. En Torrecampo la vida era muy difícil. Casi asfixiante. Y los Moreno decidieron mudarse a Leganés, en busca de nuevas oportunidades laborales. Felipe era un niño cuando descubrió por vez primera la orografía de aquel lugar enclavado en el sur de Madrid que empezaba a mudar a ciudad-dormitorio.
Felipe Moreno, que podría convertirse en uno de los principales accionistas del Real Murcia, se ha criado en la cultura del esfuerzo. A los doce años ya ayudaba a sus padres en una tienda de alimentación. Poco después, para seguir llevando dinero a casa, empezó a trabajar en el sector del mueble, llegando a desempeñar el puesto de maquinista de ebanistería. Hasta que a los veintidós años, vislumbrando horizontes económicamente más estimulantes, se hizo empresario. Y vio en la hostelería múltiples posibilidades, que explotó con cafeterías y hamburgueserías que abrió en Leganés y Zarzaquemada. En 1988 también impulsa el Parador del Jamón. Y así, peseta a pesetas, tal como le habían enseñado sus padres, fue acumulando un capital que más tarde reinvirtió. El siguiente salto fue inmobiliario. Siempre con ideas bullendo en su cabeza, promovió viajes en autobús con un trayecto que empezaba en Madrid y acaba en el Levante español, para ofrecerle a potenciales compradores las bondades del Mediterráneo.
Y en 2008, por fin, quiso saldar la deuda que tenía con Leganés. Cuando el club pepinero transitaba por el submundo de la Segunda "B", lo compró por 500.000 euros. Cuando lo vendió hace unas semanas, tenía un caja unos 32 millones de euros, según estimaciones aproximadas.
El Real Murcia, cauteloso
En los despachos del estadio Nueva Condomina-Enrique Roca hay tranquilidad. El proyecto 2022/23 está trazado. Agustín Ramos y Antonio Pedreño dan estabilidad financiera al club en el marco de un ciclo total de cuatro años, de los que solo se ha cumplido uno. Al Murcia no le consta oficialmente que Felipe Moreno haya cerrado el acuerdo con Mauricio G. De la Vega. Esa es la información que maneja también Onda Regional. Las negociaciones estaban muy adelantadas, ultimándose. Pero ninguna de las partes confirma que se hayan concretado en todos sus puntos. Y cualquier acuerdo verbal puede quedarse en palabras vacías si no se lleva a documentos rubricados. Ya Alfonso García, con compromiso cerrado con el mexicano, desistió cuando fue advertido de que Ramos no transmitía sus acciones ni iba a cederle el puesto. El aguileño quería gobernar en solitario. Felipe Moreno mide cada paso que da, concienzudamente. En caso de que acabara quedándose con el trozo de tarta del paquete accionarial del Real Murcia, el Consejo de Administración lo recibiría de acuerdo al rango que le correspondería en proporción a los títulos adquiridos. En el club son conscientes de su solvencia económica, y celebran que un empresario de acreditada experiencia futbolística haya puesto sus ojos en el Real Murcia. Pero no intervienen en negociaciones de terceros ajenos a la entidad grana.
En Onda Regional hemos tenido a Santi Duque, compañero de COPE, que cubre la información del Leganés y conoce a la perfección a Felipe Moreno...
