Sólo quería telefonear a casa
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En el año 1982 descubrimos que el mejor amigo de un niño podía ser un extraterrestre. En concreto un visitante de otro planeta, extraviado cuando sus compañeros se vieron obligados a partir precipitadamente. Han pasado 40 años pero el mensaje de amistad perdura en esta película que, para algunos, fue la primera vez en la que lloramos de niños en el cine.
Con "E.T. el extraterrestre" Steven Spielberg consiguió otro más de sus grandísimos éxitos en una carrera que no se bajaba del podio. Pero también supuso la plasmación de algunas de sus obsesiones personales, desde la mirada sobre la infancia a la familia con el padre ausente o la vida de los jóvenes en los suburbios estadounidenses del último cuarto de siglo. Unos temas que, rebosantes de nostalgia ochentera, décadas después aún perduran en películas como "Super 8" (J.J. Abrams, 2011) y series como "Stranger Things" (The Duffer Brothers). Así que abordaremos también la infancia de Spielberg, su obsesión con las estrellas (y lo que viene de ellas) o cómo, por ejemplo, muchos descubrimos cómo celebran Halloween en los Estados Unidos a raíz de esta película.
El fondo sonoro esta semana correrá a cargo de John Williams y su mangífica banda sonora para "E.T. el extraterrestre", además de contar con una sorpresa final. Y, como siempre, tendremos la habitual sección de noticias de cine y series de televisión antes de despedirnos con esa canción que forma parte de la banda sonora de nuestra vida, en este caso "Love song for a vampire" de Annie Lennox.
