Familiares y amigos acompañan a los hijos de las víctimas mientras esperan el resultado de las autopsias que confirmen sus identidades
De Marsella, Francia, han llegado los últimos familiares de víctimas del fuego de la discoteca. Cuatro personas a las que el Ayuntamiento de Murcia ha alojado en un céntrico hotel de la capital junto a otros 13 allegados de los fallecidos. A través de ellos, hemos podido relatar dos de estas historias que hablan de proyectos de vida que se han perdido.
Héctor Almeida acudió junto a su pareja al cumpleaños de Eric, una de las víctimas, cumplía 30 años. Hoy a quien arropaba era a las dos hijas de Marta, de 60 años, amiga personal, otra de las víctimas mortales. Han llegado de Francia y Zaragoza. Destrozadas hoy han acudido a la casa donde vivía su madre y a la que no podrá volver. Héctor se emocionaba explicando el sinsentido que le parece que los locales no tuvieran todos los papeles en regla para poder operar.
A través de Escarlata Barquero, vecina de Murcia, conocemos a otra de las víctimas: Lula. Tenía 50 años y pereció también en La Fonda Milagros. Era camarera en el local aunque no era su único trabajo. Ellas dos trabajaban juntas, la despidió el sábado en la mañana para volver a verse este lunes... algo que no sucedió.
Lula, según relata su amiga, es el ejemplo del migrante que acaba en otro país buscando una vida mejor a base de trabajo y sacrificio.
María Belén, que en la noche del incendio en las discotecas de Murcia se encontraba en Teatre, ha dicho a los periodistas este martes que temió lo peor cuando observó bengalas al lado de los pinchadiscos que llegaban al techo y a los focos.
La joven ha explicado que a las 05:40 salió de la discoteca, en la que se encontraba con unas amigas bailando, cuando se sentó en un taburete de la barra y notó cómo le caía el chorro del aire acondicionado y, a diferencia del resto de la noche en que pasó frío, sintió tanto calor que comenzó a agobiarse y decidió irse a su casa.
Cuando llegó a su domicilio a los pocos minutos, ha añadido, comenzó a recibir mensajes alarmantes porque se había iniciado el incendio.
Señala que a la hora del incendio más de la mitad de la gente ya había salido del local porque habían concluido las sesiones de los pinchadiscos.
