El yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica, será dotado de medidas de video-vigilancia y de protección contra incendios, además de trabajos de mantenimiento
La Comunidad destina 100.000 euros para el desarrollo de obras de conservación, mantenimiento y seguridad en el yacimiento arqueológico de La Bastida, en Totana. La subvención otorgada al Ayuntamiento de Totana dotará al conjunto de medidas de video-vigilancia y de protección contra incendios para el yacimiento y el edificio anexo, y se llevarán a cabo una serie de trabajos de mantenimiento y conservación dirigidos a preservar la integridad de los restos arqueológicos excavados hasta ahora y de mejorar el acceso al público visitante.
El director general de Patrimonio Cultural, Patricio Gómez, destacó la necesidad de esta intervención para “garantizar la integridad del yacimiento y la salvaguarda de los valores que atesoran los restos arqueológicos, además de mejorar los accesos y vías existentes en el yacimiento, con el fin de permitir unas condiciones seguras a los visitantes”.
El yacimiento arqueológico de La Bastida se encuentra 6 kilómetros al noroeste del núcleo urbano de Totana, y desde 2005 está considerado como Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica, lo que acredita su importancia científica y patrimonial.
Ocupa la ladera de un cerro en la confluencia entre la rambla de Lébor y el barranco Salado. Actualmente, es uno de los más importantes de la prehistoria europea, en concreto de la Edad del Bronce. Este período reviste un especial interés para el conocimiento de nuestro pasado, ya que en él se produjeron acontecimientos cuyos efectos todavía influyen en nuestro presente, como el afianzamiento de la vida sedentaria, o el desarrollo de la metalurgia.
De especial interés son sus tumbas, localizadas bajo el suelo de las viviendas, que solían contener uno o, a veces, dos individuos en posición encogida, dentro de vasijas de cerámica o de cistas. Una parte de estas tumbas contenía también ofrendas, como cuencos y ollas de cerámica, armas, útiles y adornos de cobre o plata, y collares de cuentas de hueso, concha y piedra. Las diferencias entre estas ofrendas nos hablan de una comunidad dividida en clases sociales.
Desde su hallazgo, el yacimiento ha sido objeto de diversas intervenciones arqueológicas. Los trabajos, que continúan en la actualidad, muestran una auténtica ciudad de unos 40.000 metros cuadrados que, en su época de máximo esplendor, hace unos 3.800 años, estuvo habitada por unas 1.000 personas. En aquel entonces era uno de los asentamientos más grandes de Europa y del Mediterráneo occidental.