Según la tradición, tomar doce uvas al son de las campanadas conduce a un año de buena suerte y prosperidad
La cuenta atrás para despedir el año conlleva una tradición que ningún hogar de la Región se salta: la de las doce uvas. Aunque son pequeñas, su impacto en el bolsillo puede ser grande dependiendo del lugar en que la compremos. De media, la uva blanca sin semilla ha subido un 30 %.
Seguir la tradición de comenzar el año comiendo doce uvas al son de las campanadas para que los siguientes 365 días acompañe la buena suerte será, de nuevo, más caro para los consumidores. Si el año pasado tuvimos que abonar un 20 % más, esta Nochevieja será un 30 % adicional. Nos lo ha contado una de las fruteras del Mercado de Verónicas.
La mayoría de los clientes prefiere la uva blanca sin semilla porque es más pequeña y la ausencia de semilla facilita su ingesta. Eso no quita para que los consumidores se quejen de la tradicional subida de precios.
Sin embargo, hay otros clientes que optan por la uva con semilla por tradición y porque recelan sobre cómo han podido surgir esas nuevas variedades. También los hay que se dejan aconsejar por los fruteros, profesionales con las ideas muy claras y que aconsejan producto nacional. Ya sea uva importada o nacional, por tradición o superstición, los clientes no están dispuestos a prescindir de su consumo.
